El presidente francés, Emmanuel Macron, cortó en seco el debate el pasado lunes y se ha negado tajantemente a que se retrase el despliegue de 5G en Francia unos meses, al menos hasta el verano de 2021, como le habían pedido insistentemente en las últimas semanas diversos grupos ecologistas, entre ellos varios alcaldes de grandes ciudades y parlamentarios recientemente elegidos. La subasta para las primeras licencias 5G de 3,5 GHz empezará el próximo 29 de septiembre, con lo que es previsible que haya servicios comerciales 5G antes de fin de año, como mínimo en dos grandes ciudades por parte de cada uno de los cuatro operadores que concurrirán a la subasta y como estipula el contrato de adjudicación de la licencia. Los detractores de las redes 5G querían mayores garantías de que la nueva tecnología respetará el medio ambiente y la salud de los ciudadanos antes de iniciar la subasta, mientras que el Gobierno considera que el despliegue de 5G es crucial para la competitividad francesa y el país no se puede permitir un mayor retraso, habida cuenta de los múltiples beneficios que aportará a medio plazo, dentro de dos o tres años. Macron ha calificado a los detractores de la tecnología 5G de “unos amish”, un término cuidadosamente elegido para denotar que se oponen a toda forma de progreso tecnológico. Estos detractores afirman que, durante la reciente Convención ciudadana para el clima, el presidente de la República “no rechazó su petición de una moratoria para 5G” y que ahora “no se trata de creer en el modelo amish, sino de creer en la palabra dada”.
El pasado domingo, en el periódico Journal du Dimanche, once alcaldes de grandes ciudades francesas recientemente elegidos, entre los cuales figuran los de Estrasburgo, Lyon, Marsella, Grenoble, Burdeos o Blois, y 57 representantes nacionales y europeos publicaron un artículo con el expresivo título de “5G, digital: queremos un debate democrático” y en el que pedían al Gobierno “una moratoria inmediata en el despliegue de 5G, al menos hasta el verano de 2021”. Era la culminación de una demanda que en los últimos meses se había extendido entre un grupo heterogéneo de simpatizantes de extrema derecha y extrema izquierda, pero sobre todo de ecologistas y de partidarios de esperar un tiempo hasta que se estuviera seguro de que las emisiones de las redes 5G garantizan la salud y preservan el medio ambiente y el cambio climático.
La urgencia del despliegue de las redes 5G en Francia ha sido un tema fuertemente contestado desde distintos puntos de vista desde hace más de un año. Primero hubo polémica sobre la escasa disponibilidad en estos primeros años de espectro en la crucial banda de 3,5 GHz, la más adecuada para ofrecer el servicio 5G a las empresas y grandes ciudades; esto motivó que se hubiera de ceder 50 MHz a cada uno de los cuatro operadores nacionales a precio fijo, 350 millones de euros, para después subastar los 110 MHz restantes en tramos de 10 MHz al mejor postor. Como mínimo, el Estado calcula que ingresará 2.170 millones de euros.
“Francia va a tomar el giro estratégico de la 5G porque representa la innovación”, asegura Macron, sin hacer ningún caso a algunos alcaldes ecologistas que pedían una moratoria en el despliegue de 5G
Después se produjo la polémica sobre si se debería prohibir a los operadores que instalaran redes de Huawei, lo que supondría, entre otros motivos, un agravio comparativo para los operadores que ya tienen redes 4G instaladas de Huawei, porque es importante mantener al suministrador para migrar a 5G. En éstas, llegó el coronavirus y la subasta prevista para primavera se debió retrasar hasta pasado el verano. Y, para complicar aún más el tema, Martin Bouygues, presidente de Bouygues Telecom, uno de los cuatro operadores interesados en la licencia 5G, publicó a finales de mayo en Le Figaro un artículo en el que pedía una moratoria de 5G, porque consideraba que la tecnología no estaba a punto y que era mejor invertir, de momento, en tener una mejor infraestructura de banda ancha y 4G en todo el país.
Al final se ha llegado a una solución de compromiso y el Gobierno francés acepta que la retirada de redes de Huawei sea gradual, hasta 2028, aunque prohíbe que se instalen redes 5G de Huawei en las grandes ciudades y zonas sensibles. Para Bouygues Telecom, esto representa retirar unas 500 antenas en los próximos tres años, que ha aceptado porque le resulta financieramente asumible a cambio de tener una licencia con mayores garantías.
Las condiciones exactas, en cualquier caso, se publicarán en muy pocos días a nivel oficial, porque el inicio de la subasta se ha fijado para el próximo 29 de septiembre. Por eso, cuando el pasado domingo los alcaldes demandaron a través del Journal du Dimanche“ que se realice durante la moratoria un debate democrático descentralizado sobre 5G y sobre los usos digitales”, así como “la aplicación del principio de precaución” y que “la prioridad debía darse a la reducción de la fractura digital”, probablemente en el Elíseo pensaron que no era cuestión de abrir otro debate y eternizarse, ahora que ya estaba totalmente encauzada la subasta de las licencias y el despliegue de 5G.
Sea como fuera, Emmanuel Macron aprovechó una reunión que tenía el lunes por la tarde con un centenar de emprendedores y emprendedoras de la denominada French Tech en la sala de fiestas del Elíseo para decirles que “entendía que se alzasen muchas voces para explicarnos que sería preciso reducir la complejidad de los problemas contemporáneos acudiendo a la lámpara de aceite” y añadía que “no creía que el modelo amish permita arreglar los desafíos de la ecología contemporánea”, en referencia a la comunidad religiosa estadounidense, de origen suizo y del inicio de la reforma protestante, que es hostil a la tecnología. Para Macron, no hay ninguna duda: “Francia va a tomar el giro estratégico de la 5G porque representa la innovación”.
El periódico vespertino Le Monde con fecha del pasado martes, pero que se vende en los quioscos desde el mediodía anterior, publicaba una entrevista con Cédric O, secretario de Estado de la Transición Digital, en el aseguraba que “Francia debe acelerar la 5G” y denunciaba “la aproximación penitente” de la ecología de algunos alcaldes en las pasadas elecciones municipales. Y remachaba que 5G “es indispensable para Francia” y que “iremos hasta el final”. La misma tarde del lunes, representantes del Gobierno presentaban a varias asociaciones de elegidos en las elecciones municipales un estudio de 190 páginas sobre los aspectos sanitarios de 5G. La maniobra gubernamental estaba perfectamente calculada para que no hubiera dudas de que no hay marcha atrás con el despliegue de 5G en Francia y tampoco con los términos empleados, “amish” y “penitente”, de reminiscencias religiosas y fundamentalistas.
Ya se empieza a polemizar en Francia sobre las redes 5G “verdaderas”, en la banda de 3,5 GHz, y las “falsas”, en la de 700 MHz, porque se teme que algunos operadores provoquen una confusión interesada entre los usuarios
La polémica volvió a surgir en el Parlamento francés el martes, cuando los principales periódicos ya habían publicado las palabras de Macron el día anterior y se acababan de iniciar las sesiones en el hemiciclo después del verano. Clémentine Autain, diputada de La France Insoumise, interpelaba con ironía a Cédric O sobre las palabras “amish” y “lámpara de aceite” utilizadas por el Presidente de la República el día anterior. “Macron ha cerrado el debate de 5G con arrogancia y desprecio, como si la noción de progreso estuviera, de una vez por todas, sujeta al consumismo y a la sacrosanta competitividad”. Cédric O le contestó que “era absurdo repetir, como ellos hacían, que se quiere reindustrializar Francia y pretender que se puede pasar de 5G”. El diputado Cédric Villani, que acaba de salir del partido La République En Marche de Macron y antiguo candidato a la alcaldía de París, pidió en la sesión un debate en el Parlamento antes de la atribución de las frecuencias y un proyecto de ley sobre “la sobriedad digital”.
El despliegue de los servicios 5G se presenta, de todas formas, largo, complicado y también polémico entre los operadores. Largo, porque no es previsible que exista hasta 2023 una cobertura amplia con la banda de 3,5 GHz, que es la que algunos operadores consideran que es la “verdadera” 5G. Complicado, porque el despliegue se deberá hacer en los sitios donde se prevea una fuerte demanda de los servicios 5G, sobre todo empresariales, para rentabilizarlo. Y polémico, porque, ya el pasado mes de junio, Grégory Rabuel, director general de SFR, uno de los cuatro operadores nacionales, alertaba de que la “falsa” 5G, la que funciona a frecuencias de la banda baja, a 700 MHz, no aportará ningún beneficio respecto a 4G, ni en calidad ni en velocidad de la transmisión de datos para el consumidor.
Para Rabuel, sólo hay una “verdadera” 5G, la de la banda de 3,5 GHz, que es la que proporciona un mayor ancho de banda y, por tanto, un mejor y más amplio servicio en las zonas más densas, donde ahora ya empieza a estar saturada la 4G. Rabuel tiene motivos técnicos para decir que la 5G a 700 MHz es “falsa”, en el sentido de que no aporta ningún beneficio sustancial respecto a 4G, pero también motivos comerciales, porque resulta que uno de sus competidores, Free, tiene dos veces más espectro que SFR y Bouygues en la banda de 700 MHz.
Es de suponer que Free, y también Orange, aprovecharán al máximo sus licencias de 700 MHz para decir que tienen una cobertura muy amplia 5G, porque con muy pocas antenas se cubre un amplio territorio, aunque el servicio respecto a 4G sea relativamente pobre. SFR y Bouygues disponen de licencias en las bandas de 800 y 900 MHz, con características similares a la de 700 MHz, pero no estarán disponibles para ellos hasta pasado el próximo verano. Esta distinción entre “falsa” y “verdadera” 5G, que ya empieza a circular entre los operadores, preocupa al Gobierno, porque teme que los intereses comerciales de los operadores les haga promocionar unas bondades de sus servicios que pueden ser discutibles y crear confusión entre los consumidores.
El Gobierno francés hace grandes esfuerzos para mostrar las bondades de 5G. Gilles Brégant, director de la Agencia nacional de frecuencias, asegura que gracias a una mejor codificación de la señal de radio, el ancho de banda que 5G ofrece por megahercio es un 15% superior al 4G, incluso a las frecuencias más bajas como la de 700 MHz. Aquí se puede deducir que 5G es energéticamente mucho más eficiente que 4G y contrarresta las críticas de los ecologistas. Pero no todo es tan sencillo, porque algunos expertos aseguran que esta mayor eficiencia de la 5G sólo se logrará cuando estas redes se utilicen intensivamente, dentro de varios años, y consideran que el despliegue de la redes 5G es incompatible con la lucha contra el cambio climático. Por tal motivo, el Gobierno francés, a través de su organismo regulador Arcep y Ademe, la Agencia de transición ecológica, quiere monitorizar de manera estricta y global el consumo de energía y de recursos del sector digital, y quieren que esté terminada en pocos meses.
Respecto al espinoso debate del impacto de 5G, y de las ondas electromagnéticas en general, respecto a la salud de los ciudadanos, no hay ninguna evidencia científica de que causen algún riesgo, siempre que sean utilizadas dentro de los estrictos límites reglamentarios, que en la práctica son de 50 a 1.000 veces inferiores, como concluyó un estudio preliminar auspiciado por el Gobierno y el que se hizo público el pasado 15 de septiembre. Ahora se está haciendo uno más completo por parte de la Anses, la Agencia nacional de seguridad sanitaria de la alimentación, del medio ambiente y del trabajo, que será presentado en marzo del año que viene.
No hay duda, por lo sucedido antes de que empiece su despliegue e incluso la subasta de las primeras licencias, que 5G será un tema muy polémico en Francia. Dentro de un año aproximadamente, cuando ya empiece a haber un cierto despliegue de redes 5G y se cuente con datos reales de cobertura, latencia, velocidad de transmisión y usuarios, el debate empezará a ser riguroso, sobre todo si se comparan estos datos con la inversión realizada y por realizar y la huella ecológica. Dentro de muy pocas semanas, cuando finalice la subasta, se tendrá por lo menos un primer dato: la cuota de entrada abonada por los cuatro operadores en liza.