En el MWC22 de la semana que viene se hablará mucho de la evolución tecnológica y de la mayor eficiencia energética de las redes y de todo el ecosistema 5G, pero también de su sostenibilidad económica. Los operadores, en especial los principales de la Unión Europea, ven con preocupación el aumento de costes de la infraestructura de las redes debido al brutal crecimiento del tráfico de vídeo a la demanda, sin que se puedan repercutir las tarifas de Internet de banda ancha y telefonía móvil a los consumidores por la exacerbada competencia existente en Europa.
Las cuatro grandes operadoras europeas hace tiempo que insisten a la Comisión Europea y a los reguladores nacionales que exijan que las grandes tecnológicas, las llamadas Big Tech, compartan parte del necesario incremento de la inversión en infraestructura de telecomunicaciones, al ser las más beneficiadas y las que más utilizan las redes de banda ancha con las plataformas de vídeo a la demanda y redes sociales. La situación ha llegado a tal extremo que sus máximos responsables publicaron una carta abierta el pasado 14 de febrero en el Financial Times, solicitando que la inversión se comparta de forma más proporcionada.
En la carta (ver debajo) las operadoras reconocen que la conectividad digital es “simplemente vital para nuestra sociedad, nuestra economía y, en definitiva, para nuestras vidas diarias”. El tráfico de datos, que aumenta hasta el 50% cada año, “es el determinante crítico del tamaño y capacidad de nuestras redes”. Los operadores de telecomunicaciones destacan que han invertido masivamente en la infraestructura de las redes para aumentar su capacidad y, gracias a eso, las comunicaciones e Internet han continuado funcionando normalmente en Europa, pese a la crisis de la pandemia y el aumento del tráfico móvil y fijo.
El vídeo en streaming, los juegos y las redes sociales que gestionan unas pocas plataformas representan cerca del 70% de todo el tráfico que circula por las redes, sostienen las operadoras europeas
Pero, aseguran las cuatro operadoras que firman la carta, “la actual situación no es sostenible” y piden que el grueso de la inversión “sea compartido de una forma más proporcional”. El vídeo en streaming, los juegos y las redes sociales que se llevan a cabo por unas pocas plataformas de contenido digital “representan cerca del 70% de todo el tráfico que circula por las redes”. Las plataformas digitales se aprovechan de los modelos de negocio “hiperescalados” con muy poco coste mientras que los operadores deben hacer frente a las inversiones requeridas por la conectividad.
Los operadores, insisten, “no están en posición de negociar unos términos justos con estas plataformas gigantes debido a sus fuertes posiciones en el mercado, su poder de negociación asimétrico y la carencia de una regulación adecuada a la situación existente”. Consecuentemente, añaden, “no podemos tener un retorno viable de la inversión realizada, con lo que se pone en riesgo todo el desarrollo de la infraestructura”. Y como el aumento del tráfico no para de crecer, “si no solucionamos esta situación de desequilibrio en Europa, quedaremos rezagados respecto otras regiones del mundo y, al final, se degradará la calidad de la experiencia [de las telecomunicaciones] para todos los consumidores”, apostillan.
A la búsqueda de una inversión compartida
Las inversiones en infraestructura compartidas, como dicen en la carta que se están intentando hacer en Corea del Sur y en Estados Unidos, “son también vitales para conseguir acelerar la conectividad verde y las tecnologías digitales que contribuirán a hacer las economías más sostenibles y eficientes”. Como no existe un precio por cada dato emitido, el inventivo para los proveedores de información de optimizar su tráfico es bajo, argumentan.
En la carta, firmada por los máximos responsables de Telefónica, DT, Orange y Vodafone, se urge a los legisladores que introduzcan reglas y leyes a nivel de la Unión Europea para que se contribuya, de forma justa y proporcional, a los costes de los bienes y servicios públicos y de las infraestructuras, como consta en el reciente compromiso de la Comisión Europea. Y alertan que, sin una solución equitativa, los objetivos de conectividad para 2030 establecidos por la Comisión Europea en su comunicación de la “década digital europea” no se podrán realizar.
No es la primera vez que los grandes operadores europeos se expresan en términos tan dramáticos y han hecho llegar sus quejas ante los máximos responsables de la Comisión Europea y la actual vicepresidenta y comisaria de la competencia, Margrethe Vestager, está perfectamente al caso de la situación. Pero parece que esta situación está enquistada, porque van pasando los años y no parece encontrarse un remedio que satisfaga mínimamente a los operadores europeos y no lastre en exceso el desarrollo tecnológico.
Como se dice en la carta, a la sostenibilidad económica de los operadores se ha añadido en los últimos años la necesidad de una sostenibilidad medioambiental, porque el aumento del tráfico va aparejado al incremento del consumo de electricidad, de forma casi proporcional. Es cierto que las redes 5G son mucho más eficientes energéticamente, por dato transportado, que las redes 4G y éstas que las 3G o 2G. Pero deben pasar varios años para que esta mayor eficiencia de las redes 5G sea efectiva y sea traslada a la realidad, en paralelo a su desarrollo tecnológico, como sucedió con la 4G o las anteriores.
El problema es que el tráfico de datos aumenta cada año mucho más que la mayor eficiencia de las redes, con lo que el consumo de energía global crece sin parar. De poco sirve que se utilice más energía renovable para el funcionamiento de las redes, porque es energía al fin y al cabo y que, en todo caso, se podría utilizar para otros fines. Y como las tarifas de uso de Internet suelen ser ilimitadas, no hay ningún incentivo por parte de las plataformas tecnológicas a que se reduzca el consumo energético vía la racionalización del tráfico. Ni tampoco para privilegiar el acceso a los datos mediante cables de fibra óptica frente al acceso por redes móviles, que consumen mucha más energía y un mayor coste global.
Las quejas de los operadores europeos, sobre todo por la excesiva regulación, son reiteradas, como hicieron en el MWC 2021 de junio pasado y probablemente volverán a reclamar en el MWC 2022 de la semana que viene. En la carta abierta, de todas formas, se ha puesto el acento en la necesidad de que las Big Tech compartan, al menos una parte, del grueso de la inversión en redes, así como de la fuerte competencia que les supone para su negocio. Aunque, mientras tanto, establecen acuerdos tecnológicos, especialmente en la nube.
ETNO alerta del deterioro financiero de las operadoras
A primeros de este mes de febrero la ETNO, la asociación que agrupa a los operadores de redes de telecomunicaciones en Europa y actúa de grupo de presión, presentó el informe State of Digital Communications 2022 , elaborado por la consultora estadounidense Analysis Mason, en el que destaca que los operadores de telecomunicaciones europeos han invertido fuertemente en redes de fibra y 5G en los últimos años.
Sin embargo, recalca también el informe de ETNO, “la salud financiera del sector está sufriendo” y, a pesar del esfuerzo inversor, Europa se está quedando atrás respecto a sus competidores globales en varios indicadores globales, como cobertura, despliegue, utilización, gasto y facturación. “Para la sostenibilidad del sector se debería realizar una actuación política fuerte para mejorar de forma sustancial el clima de inversión”, alerta ETNO en línea con la carta abierta de las cuatro grandes operadoras.
El informe asegura que el sector de telecomunicaciones europeo invirtió 52.500 millones de euros en 2020, frente a los 51.700 millones de 2019, lo que representa una intensidad de la inversión (proporción de la facturación destinada a CapEx) del 19%, el más elevado en la historia reciente del sector y por encima de Estados Unidos, Corea del Sur y Japón, aunque insuficiente para mantener la competitividad con las otras regiones avanzadas del mundo.
Las cuatro grandes operadoras europeas exigen, en una carta abierta, que las Big Tech contribuyan a la inversión del sector de telecomunicaciones de la UE, por su propia sostenibilidad y beneficio mutuo
En servicios de telecomunicaciones, los europeos gastan menos que otras regiones. Según el informe de ETNO, el gasto mensual promedio en Europa per capita es de 33,8 euros, mientras que en Estados Unidos es de 71,1 euros y en Corea del Sur de 36,1 euros. El gasto medio en telefonía móvil mensual es de 14,4 euros, considerablemente más bajo que el de Estados Unidos, de 37,9 euros, o de Corea del Sur, de 25 euros, apunta el informe que ETNO ha encargado a Analysis Mason.
“El incremento de la inversión en telecomunicaciones y la resiliencia del sector son deseables desde un punto de vista social y son claves para los planes de la “autonomía estratégica abierta” de Europa”, precisa el informe de ETNO ya desde el resumen. Por tanto, argumenta a continuación, “la sostenibilidad del sector debería promover una fuerte acción política para mejorar fuertemente el clima inversor”.
Indicadores financieros clave muestran que el sector de telecomunicaciones europeo está sufriendo y funcionando peor que sus colegas globales, comparado con los niveles de antes de la pandemia, y las acciones en el mercado de capitales de las operadoras europeas van a la baja de forma reiterada, tanto en los índices Stoxx Global Europe 600 como en el Stoxx Global 1800 desde el primer trimestre de 2016, constata el informe de ETNO.
Uno de los problemas principales y del que se está discutiendo desde hace muchos años es que en la Unión Europea hay un exceso de competencia y de fragmentación, con 38 grupos de telecomunicaciones en Europa, mientras que en Estados Unidos hay tres a nivel nacional (Verizon, AT&T y T-Mobile US) y otros cuatro a nivel regional, cuatro de Japón y tres en Corea del Sur, apunta el informe. Y, aunque no lo cita, otros tres en China (más un cuarto de la cadena de televisión estatal), que además son públicos, controlados por el Partido Chino, con las frecuencias licenciadas sin coste y dos de los operadores (China Telecom y China Unicom) comparten gran parte de la infraestructura, aunque compiten entre sí.
Otro problema es que en Europa la facturación promedio de los usuarios (ARPU) de la telefonía móvil es mucho más bajo que en Estados Unidos, Japón y Corea del Sur. En servicios de banda ancha fija, el ARPU promedio en Europa es similar a la media de Japón y Corea del Sur y mucho más bajo (más del doble) que en Estados Unidos, como muestran los dos gráficos del informe de ETNO.
La situación del sector de las telecomunicaciones en Europa es extremadamente complejo, con intentos recientes de una mayor concentración de operadores a nivel de la Unión Europea o dentro, por ejemplo, de España, ahora que el máximo responsable del grupo británico Vodafone ha sugerido la necesidad de llegar a acuerdos de su filial española con otros operadores que trabajan en España (básicamente con Orange España y MásMóvil, porque no se ve que Telefónica pueda formar parte de esta consolidación del mercado por tener una cuota muy elevada).
Estas operaciones de concentración en Europa son complicadas si no hay una relajación de las condiciones por parte de los órganos reguladores comunitarios y nacionales. Y, dentro de España, también es muy difícil que se pueda llegar a un acuerdo satisfactorio para reducir de cuatro a tres el número de operadores nacionales, por mucho que se hable insistentemente de ello. Un reciente artículo del periodista Ignacio del Castillo en su blog Tecnoestrategias analiza las dificultades de que se pueda llevar a buen puerto esta presumible consolidación.
En cualquier caso, políticos comunitarios y nacionales, reguladores y operadores están de acuerdo en que el actual statu quo no funciona en Europa, en lo que a servicios de telecomunicaciones se refiere y la estrategia de tener cuatro operadores para estimular la competencia, o tres en algunos países europeos, no funciona para la salud global del sector europeo, aunque muchos consumidores puedan beneficiarse de ello con tarifas más atractivas y pasándose de uno a otro operador.
Sin duda, la competitividad de los operadores europeos será un tema del que se hablará mucho en el MWC de la semana que viene, aunque sea un evento global. Será, con todo, uno de los muchos aspectos conflictivos en el sector de las telecomunicaciones, donde en Europa tienen especial relevancia. Piénsese, por poner un ejemplo llamativo, en qué pasará con Huawei y con su compatriota chino ZTE. O si se puede y se debe que las Big Tech contribuyan más en beneficio del sector europeo, y también de ellas mismas al final, porque todo está muy entrelazado.