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La penuria de chips se alarga, ahora por el brote de Covid en Taiwan

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Cuanto más tiempo pasa, más se alejan las previsiones de que el suministro de chips se normalice. Si hasta hace unas semanas se pensaba que a principios de 2022 se volvería a una relativa normalidad, ahora se ha pospuesto para 2023 y el brote de Covid en Taiwan hace temer lo peor para los chips avanzados. En Europa, la situación está más normalizada en cuanto a los chips para automoción y la inauguración, a bombo y platillo, de una muy avanzada planta de fabricación de semiconductores de Bosch en Dresde, ha infundido mayor optimismo.

 

Los problemas en el suministro de semiconductores es tan grave que los medios de comunicación financieros de mayor prestigio, como el Financial Times, Nikkei Asia o el Wall Street Journal, se hacen ahora eco de la situación de manera cotidiana, cuando hace un año apenas se había hablado de la extremadamente compleja y variada cadena logística mundial de suministro de semiconductores en los periódicos generalistas. Precisamente porque, hasta hace poco, esta cadena logística se había logrado sincronizar en tiempo real a la perfección, de una forma que, a posteriori, se ha revelado un tanto inexplicable y maravillosa. Lo extraño, se dice ahora, es que no hubieran surgido antes importantes problemas de suministro, como desde hace un año.

 

Precisamente, el editorial de hoy del Financial Times titula que “la penuria de chips revela las dificultades del just in time“. Y subtitula que “para evitar futuras disrupciones, las compañías necesitan invertir en cadenas de suministro”. La producción en tiempo real, comenta acertadamente el periódico, “mantiene los costes bajos pero proporciona poca seguridad frente a una ruptura del suministro” puntual de componentes.

El domingo 30 de mayo por la noche King Yuan, un ensamblador de chips de Taiwan, hizo la primera prueba de covid y el jueves ya había detectado 250 infectados, en una plantilla de 7.000 empleados

Incluso Toyota, que hace setenta años se hizo mundialmente famosa por su fabricación sin apenas stock en sus almacenes de recepción de materias primas y de despacho de automóviles terminados, la conocida como “lean production” o fabricación en tiempo real, últimamente ha dado marcha atrás y está aprovisionándose de materiales y componentes que le den varios días o semanas de margen en el caso de problemas de suministro, como pasa ahora.

 

También hoy Nikkei Asia ha publicado un reportaje que revela que la producción de semiconductores de Taiwan depende del trabajo, en condiciones a veces deplorables y con jornadas maratonianas, de miles de migrantes de Filipinas y otras partes del Sudeste asiático, así como de ciudadanos que han nacido en la isla de Taiwan. “El ejército de trabajadores migrantes de Taiwan mantiene en funcionamiento la economía del chip”, titula el rotativo japonés, con un subtítulo igualmente preocupante: “Los brotes de Covid en la cadena de suministro ponen de manifiesto una gran vulnerabilidad”.

 

Las fábricas de semiconductores, o fabs, son mundialmente conocidas por sus salas limpias, en las que no entra ni una mota de polvo, y con trabajadores con vestimenta especial para no contaminar la delicada insolación de las obleas de silicio de treinta centímetros de diámetro, con líneas de producción totalmente automatizadas. Las más avanzadas, con tecnología de insolación litográfica de luz ultravioleta extrema, son fabricadas por la compañía holandesa ASML y cuestan del orden de 120 millones de euros cada una, pesan 180 toneladas y tienen ocho metros de largo y una altura de cuatro metros.

 

ASML, que ahora tiene una plantilla de 28.000 empleados, tarda de cuatro a cinco meses para fabricar cada línea, y al menos tres meses en expedirla a su destino. Los únicos clientes de ASML a los que se les han entregado estas avanzadas líneas de insolación de obleas, capaces de grabar chips de cinco nanómetros y muy próximamente de tres nanómetros, son la taiwanesa ASML, la coreana Samsung y la estadounidense Intel.

 

La compañía china SMIC, el fabricante de semiconductores más avanzado del país y con soporte gubernamental, hace tiempo que ha pedido varias líneas de producción a ASML, pero no consigue el permiso de expedición, supuestamente por presiones de Estados Unidos ante el Gobierno holandés, que a su vez recibe quejas de la empresa por retener el envío. Al fin y al cabo, ASML es una compañía totalmente privada y con tecnología propia (Estados Unidos argumenta que en la fabricación de los chips con líneas de producción de ASML se utiliza software estadounidense, el mismo recurso utilizado por la Administración de Trump y ahora de Biden para prohibir a TSMC que vendiera a Huawei chips fabricados con máquinas de ASML, y con los chips diseñados por una filial de Huawei).

Montaje de chips por migrantes a destajo

El proceso de insolación de las obleas, con el grabado de los diminutos circuitos que después darán lugar a centenares de chips por oblea, una vez cortados, verificados, encapsulados e integrados en componentes, está a cargo de empleados altamente cualificados y bien pagados, que controlan el ajuste de la producción y de los centenares de kilómetros de tuberías que llevan los gases necesarios y el agua cristalina necesaria, aparte de otros productos básicos para el dopaje de las obleas de silicio y convertirlas en material semiconductor, antes de insolarlas y grabar las pistas de los circuitos electrónicos.

 

Evidentemente, dentro de las fabs no se ha detectado ningún caso de Covid. Entre otros motivos, porque probablemente los virus no penetrarían por los estrictos filtros que mantienen las salas de producción de obleas, extremadamente limpias. El problema no está en la producción de obleas sino, como pone de manifiesto el reportaje de Nikkei, en su manipulación posterior. Las obleas, una vez grabados los circuitos electrónicos, se envían a empresas auxiliares para que procedan a su corte en pequeños trocitos o chips, después se comprueban que funcionan, se encapsulan, se vuelven a verificar y seguidamente ya están listos para su montaje superficial en distintos componentes y placas de ensamblaje.

 

Este proceso de manipulación y conversión de las obleas fabricadas en Taiwan en chips se suele hacer en la propia isla. Es posteriormente, en la China continental o en otros países del Sudeste asiático principalmente, donde los chips encapsulados se montan en componentes intermedios o en el producto final. La complejidad de la cadena logística de fabricación de un chip radica precisamente en que el producto final ha pasado por innumerables fases y plantas de ensamblaje, a veces distantes escasos metros una de la otra y otras veces miles de kilómetros, con océanos por en medio.

 

El domingo 30 de mayo por la noche, la empresa King Yuan Electronics, con factoría al oeste de Taiwan, decidió hacer un test Covid a una empleada suya de la línea de ensamblaje, que resultó positiva. King Yuan decidió entonces hacer un test a todos sus 7.000 empleados, incluidos sus 2.000 migrantes y, aunque algunos resultaron positivos, la empresa mantuvo su producción a plena capacidad. El jueves, ya eran 250 los infectados y el viernes se cerró la planta, aunque se abrió parcialmente el domingo siguiente por la noche. El Gobierno de Taiwan obligó a todos los migrantes de King Yuan a una cuarentena de 14 días. La empresa, aunque pocos conocen su nombre, es un verificador clave de los chips que se entregan a Intel, MediaTek, NVidia, Novatek e incluso la italofrancesa ST Microelectronics, como cuenta Nikkei.


Empleados de King Yuan listos para la prueba del Covid. Imagen publicada por Nikkei Asia y proporcionada por la empresa.

En al menos otras tres compañías cercanas a King Yuan que ensamblan chips también se han encontrado casos de Covid, como Greatek Electronics, Accton Technology y Foxsemicon, filial de la conocida Foxconn. El descubrimiento de unos 300 casos de infectados por Covid en la primera semana de junio es una proporción pequeña, pero significativa, dentro de los 713.000 migrantes que calcula que trabajan en la isla, el 63% en tareas de ensamblaje y el resto en el cuidado de la salud. La mayoría de migrantes proceden de Vietnam, seguido de Filipinas, Indonesia y Tailandia, relata Nikkei de fuentes oficiales.

 

“La incómoda verdad es que los trabajadores migrantes mantienen sus fábricas de chips y tecnología en Taiwan funcionando 24 horas al día, siete días a la semana”. Los migrantes son una parte vital de las líneas productivas de los fabricantes taiwaneses de electrónica y semiconductores, que trabajan en turnos de noche o desde las cuatro de la tarde hasta medianoche, porque no se encuentra suficiente mano de obra local, como asegura a Nikkei un empleado de la empresa internacional de colocación Manpower.

 

Las condiciones de los dormitorios de estos migrantes son penosas, como se puede suponer, aunque el infectado de King Yuan que se le hizo una prueba del Covid se considera un afortunado por la condiciones de vida que tiene, al ser un graduado por la Universidad de Filipinas. El Gobierno taiwanés, alarmado por la situación, que amenaza con desbordar y paralizar toda la industria manufacturera de la isla y agravar aún más la crítica situación de la industria de semiconductores, ha ordenado revisar todas las condiciones de vida y trabajo de casi 1.170 empresas que tienen más de 50 trabajadores y que en los dormitorios no compartan espacio más de cuatro personas. Como es comprensible, nadie quiere alquilar apartamentos, con lo que las empresas se encuentran bajo intensa presión. Los brotes de Covid no se han detectado sólo en el oeste de la isla sino también en el norte.

214 nuevos casos y 26 muertes por Covid

El Gobierno de Taiwan ha decretado ampliar otras dos semanas un confinamiento suave hasta el 28 de junio, aunque el brote de Covid no da muestras de remitir y ya hay 214 nuevos casos y 24 muertos oficiales, según el Morning South China Post, un periódico chino considerado relativamente independiente. El Financial Times publicó el pasado martes que Estados Unidos donará 750.000 vacunas Covid a Taiwan como muestra de soporte al país y “después de que Taipei acusara a Pekín de interferir en sus esfuerzos con conseguir vacunas”.

 

Este anuncio se hizo tras una visita el pasado lunes de un grupo de senadores de Estados Unidos a Taipei y días después de que Japón donara 1,2 millones de vacunas a Taiwan. La contribución de Estados Unidos a Taiwan representa un poco más del 10% de los siete millones de vacunas que la Administración Biden ha prometido a los países de Asia y del área del Pacífico.

 

En la información del martes del corresponsal de Taipei, el Financial Times cita que las autoridades de salud de Taiwan han anunciado que el día anterior se detectaron 343 nuevos casos. El asunto de las vacunas se ha politizado: China asegura que está dispuesto a enviar las vacunas que sean necesarias a Taiwan y ha acusado a Japón por el envío de vacunas al país mientras que el Gobierno nacionalista de Taipei ha acusado a Pekín el bloqueo de que su país consiga vacunas directamente, añade la información del rotativo británico, ahora propiedad de del grupo Nikkei.

La industria electrónica de Taiwan es altamente dependiente de los trabajadores migrantes, que trabajan largas horas, y una extensión de la pandemia podría complicar aún más la actual penuria de semiconductores y su cadena logística

Aunque, como se confía, Taiwan sea capaz de contener la epidemia, está claro que el suministro de semiconductores y toda la cadena logística, cuyo epicentro está en Taiwan, continuará sometido a fuerte presión, en especial los chips altamente sofisticados, como los que utiliza la industria de smartphones y de ordenadores y servidores, específicamente los chips de Apple, Qualcomm, NVidia y AMD, diseñados en Estados Unidos pero fabricados por TSMC y ensamblados en gran parte en Taiwan, al menos en sus primeras fases.

 

Los chips para smartphones de la taiwanesa MediaTek, fabricados igualmente por TSMC, también puede verse afectada, como las placas de ordenadores que se ensamblan en un 80% en Taiwan e incluyen los procesadores de Intel. La fuerte demanda de ordenadores de los últimos meses, que se prevé que continuará durante la segunda mitad de este año, no ayudará a aliviar la presión a que está sometida la oferta de ordenadores y sus fabricantes.

 

Quien parece que lo tiene mejor son los fabricantes de automóviles. En los últimos meses, las grandes marcas han debido detener muchas líneas de producción por falta de chips (Toyota parará este junio una línea en Japón). Los chips para automóviles, sin embargo, son mucho menos sofisticados que los de los ordenadores, aunque se consuman en mayor número e incluyan algún procesador sofisticado. Las plantas europeas y japonesas, que son los principales fabricantes de los microcontroladores para automoción, como las europeas Bosch, NXP, Infineon y STMicroelectronics, o la japonesa Renesas, están normalizando el suministro a las factorías de automóviles, como General Motors, Ford o VolksWagen han anunciado recientemente.

 

Justo el lunes pasado, Bosch anunció la inauguración de una muy moderna factoría de semiconductores, cerca de Dresde, en la región alemana de la Baja Sajonia. Dentro de tres meses estará en funcionamiento y ya están trabajando 250 personas en la fábrica de obleas, con la previsión de llegar a 700 empleados cuando esté a pleno rendimiento. La fábrica está totalmente preparada para 5G y en realidad son dos plantas, una real y la otra virtual, que funcionan en paralelo. A la inauguración asistió la cancillera alemana, Angela Merkel, y la vicepresidenta de la Comisión, Margrethe Vestager, para subrayar la importancia del evento para la industria alemana de semiconductores y, por extensión, la comunitaria. En la imagen superior de este artículo, una vista de la planta de Bosch en Dresde.