Los grandes fabricantes mundiales de equipos de telecomunicaciones ya tienen la vista puesta en la próxima generación de telefonía móvil, provisionalmente conocida como 6G, cuyo despliegue está previsto para el horizonte 2028-2030. China, Japón y Corea del Sur respaldan sin fisuras a sus campeones nacionales, Huawei, NEC DoCoMo y Samsung, mientras en Estados Unidos los proveedores de tecnología maniobran para ocupar posiciones. Europa cuenta con dos empresas líderes mundiales del sector, Ericsson y Nokia, aunque sin un apoyo explícito, unánime y activo del sector. Estos próximos años serán, sin embargo, claves para tejer alianzas y lograr que Europa no pierda nuevamente el tren de la telefonía móvil en beneficio de la nueva competencia.
En los últimos meses, Samsung, NTT DoCoMo, Nokia, Huawei y Ericsson han publicado extensos informes sobre su visión futura del 6G, que debería empezar a perfilarse en 2023 para ya tener la normativa básica totalmente aprobada a nivel internacional en 2027 e iniciar el despliegue a partir de 2028.
Puede parecer absurdo hablar ahora de “más allá de 5G”, cuando hace muy pocos meses que se ha aprobado definitivamente el Release 16, que desarrolla la primera fase de la normativa 5G, y el Release 17, que debe completar toda la normativa 5G, no estará listo hasta dentro de doce meses como pronto. Pero lo que se decida en este lustro sobre 6G, aunque no sea definitivo, condicionará totalmente la futura generación de telefonía móvil, que se desplegará a lo largo de la próxima década y alcanzará su cénit en torno a 2035.
El principal problema de 6G no es el desarrollo tecnológico en los próximos años sino seguir teniendo una normativa única mundial, que concilie los diversos intereses de fabricantes de equipos y de sus países
El desarrollo temporal de cada generación de telefonía móvil no es inmutable ni obedece a ninguna ley ni teoría conspirativa, pero es un hecho que, grosso modo, desde los años ochenta, con el inicio de cada década se ha empezado una nueva generación y se ha logrado su pleno desarrollo a mediados de cada una de las últimas décadas. No es muy aventurado, por tanto, decir que en la próxima década la infraestructura de las telecomunicaciones mundiales, en especial las móviles, se regirán por una normativa sustancialmente distinta y mejorada respecto a la actual.
Con cierta probabilidad, sin embargo, la generación que suceda a la 5G no será rupturista ni introducirá cambios radicales respecto a lo que ya habrá dentro de tres o cuatro años, ni en prestaciones y capacidad ni en aplicaciones. Con 5G se ha sido muy creativo a la hora de vislumbrar escenarios de futuro, por lo que la tarea básica de 6G sería hacerlos plenamente realidad. Y con un condicionante que se revelará esencial: la reducción drástica del consumo de energía eléctrica de las redes.
Aunque aumente exponencialmente la transmisión de datos, la energía total consumida debe bajar inexorablemente, mucho más que los pronósticos para 5G a finales de esta década. 6G deberá ser, intrínsecamente, muy frugal a la hora de consumir energía o será imposible el aumento de transmisión de datos previsto porque no habrá tanta energía disponible.
Proliferan los encuentros 6G
En este mes de octubre se han sucedido dos cumbres 6G, que ponen de manifiesto la actualidad del tema. A primeros de mes tuvo lugar virtualmente en Alemania, concretamente en Dresde, el 5G++ Online Summit, organizado por IEEE, y hace una semana Estados Unidos organizó el 6G Symposium, también virtual. El evento de Dresde fue más técnico mientras que el de Estados Unidos fue más político ya que pretendía “aumentar la concienciación pública, la emoción y el compromiso para articular una visión potente para el 6G”. Se sobreentiende que en Estados Unidos.
La carrera para desarrollar 6G ya hace meses que ha empezado. En Asia por delante van Samsung y Huawei, especialmente en el desarrollo de las estaciones base, que formarán el núcleo básico de las redes futuras, y Japón ya dejó claro antes del verano que no quiere quedarse atrás, con su “campeón” NTT DoCoMo al frente, que últimamente ha reforzado su composición accionarial. Mientras, Estados Unidos lucha por recobrar el tiempo perdido con las generaciones móviles anteriores, impulsando a empresas privadas y con el apoyo de sus tres operadores nacionales, aunque el accionista principal de uno de ellos, T-Mobile US, es la alemana DT.
Europa deshoja la margarita sobre qué papel debe jugar el sector público, aunque cuenta con la sede de dos de las compañías privadas más importantes del sector, la sueca Ericsson y la finlandesa Nokia, que juegan a mantener una presencia totalmente internacional, tanto en Asia como en Estados Unidos y en la propia Europa. La universidad finlandesa de Oulu está tomando, sin embargo, un papel muy activo en el desarrollo de 6G a nivel internacional, con la organización de numerosas mesas redondas y artículos técnicos, que se pueden ver en la revista 6G Waves.
Estados Unidos quiere ser un actor dominante en 6G, tras un largo letargo, lo cual provocará fuertes tensiones con las empresas que poseen patentes y tecnología y de los países que las soportan
En el encuentro de Dresde, Magnus Frodigh, que encabeza los 700 investigadores de Ericsson Research, pintó un futuro con el 6G “en el que incluso el smartphone no será necesario” e incluso fue más lejos: “La tecnología avanzada permitirá el desarrollo de Internet de los sentidos”. Para Frodigh, 6G soportará una “experiencia completa con los sentidos” por medio de sonidos, señales y movimientos que crearán realidades aumentadas y virtuales “como si se estuviera allí”.
La presentación del futuro esbozado por Ericsson aún muy genérico, describiendo la futura red como “plataforma de redes”, “redes cognitivas” y “fábrica de redes de computación”, que “soportarán un mundo digitalizado y programable”. De todas formas, sirvió para dejar claro que 6G será una realidad la próxima década. “Tenemos enfrente un viaje hacia el 6G, un viaje muy excitante”, aseguró Frodigh, a la vez que enfatizó la importancia de que 6G sea segura y mostró su preocupación ante la posibilidad de que Estados Unidos y China se enfrenten por la tecnología 6G.
Entorno totalmente virtual
El simposio virtual del 20 y 21 de octubre en Estados Unidos fue mucho más político y estratégico que tecnológico, monopolizado por responsables de organismos gubernamentales, académicos, consultoras y operadores de telecomunicaciones y organizado por la Northeastern University e InterDigital, un centro de investigación. Ajit Pal, presidente de la FCC, el órgano regulador de las telecomunicaciones en Estados Unidos, abrió el simposio con la sugerencia de que su tarea puede ser obsoleta con 6G, como opinó que ya estaba pasando en cierta medida ahora. “No es inconcebible que el cambio de una infraestructura física a otra virtualizada elimine el papel de regulador de la FCC en la construcción de la red y en la asignación del espectro”.
Si una tecnología como blockchain es capaz de asegurar la integridad de los documentos y de su cumplimiento, cuál es el papel de un regulador central, se preguntó Pal. Desde que fue nombrado presidente de la FCC en 2012, su papel ha “cambiado sustancialmente”. Ha pasado de ser un regulador estricto, con un marco de actuación claro, a convertirse en un negociador o un diplomático que debe lidiar con conflictos contrapuestos, dijo. Y la tendencia que se vislumbra a estimular la competencia y la negociación entre sectores e intereses contrapuestos que ya se ve con 5G hace que nadie pueda dormirse en los laureles de cara al futuro.
La visión que ofrecieron en el simposio americano Karri Kuoppamaki, vicepresidente de desarrollo de tecnología y estrategia de T-Mobile US, y Mazin Gilbert, vicepresidente a su vez de analítica de redes y automatización de AT&T, fue distinta. Para Kuoppamaki, hay que pensar en el desarrollo de 6G, “pero en hacerlo bien”, asegurándose de que produce claros beneficios y casos de uso mejorados. Gilbert, en cambio, fue mucho más optimista: 6G no es un mito ni una visión, será una realidad pronto. Y esbozó un futuro donde la tecnología lo soportará todo y la realidad virtual inmersiva transformará las industrias y la vida sin necesidad de salir de casa.
Alianza para la próxima generación
El pasado 20 de mayo se dio a conocer la formación de ATIS (Alliance for Telecommunications Industry Solutions) que, como indica su nombre, promueve la colaboración y un enfoque holístico para trabajos avanzados relacionados con 5G y 6G. Ahora, ATIS ha formalizado la creación de la Next G Aliance, centrada en Norteamérica y cuyo propósito es avanzar “en el liderazgo de la tecnología móvil norteamericana en 6G y más allá en la próxima década”.
Entre los miembros fundadores están los principales operadores norteamericanos, como AT&T, Bell Canada, Verizon, T-Mobile US, Telus y US Cellular pero también fabricantes como Ericsson, Nokia, Samsung, Ciena y Qualcomm, aparte de Facebook y Microsoft. El mes que viene tiene que constituirse el órgano directivo de la asociación y diseñar una “hoja de ruta nacional” del 6G y que posicione a Norteamérica como el líder global en esta tecnología móvil.
No queda claro si se tiene en cuenta que el desarrollo de 6G, como las anteriores generaciones móviles, dependen de organismos internacionales como la UIT y el 3GPP, donde se reúnen distintos grupos de trabajo que elaboran las normas por consenso y el respeto por las patentes actuales y futuras es esencial, así como que haya una única normativa internacional. Los intereses nacionales deberían quedar, en la medida de lo posible, al margen, en beneficio de los intereses comunes a nivel mundial.
Lo que parece fuera de toda duda es que en la próxima década habrá una nueva generación de telefonía móvil y, a poder ser, única para todo el mundo, aunque la fragmentación en ciernes de Internet hace difícil que la uniformidad sea como hasta ahora. También es previsible que 6G funcione a una velocidad pico de 1.000 gigabits por segundo, con velocidades típicas para el usuario común de un gigabit por segundo, frente al pico del 5G actual de 20 gigabits por segundo. La latencia de la red deberá ser inferior al milisegundo y duplicar la eficiencia espectral respecto a 5G, así como duplicar la eficiencia energética. Para Samsung, según su visión, es inevitable que las nuevas redes utilicen la banda del terahercio (1.000 gigahercios), de 100 GHz a 10THz.
Para soportar velocidades de un terabit por segundo, el alcance de las estaciones base 6G será sólo de 200 metros o incluso menos, según Tetsuya Kawanishi, de la universidad Waseda de Tokio. Esto requerirá tener diez veces más antenas que población. Japón tiene ahora unas 600.000 estaciones base y Kawanishi prevé que 6G requiera el despliegue de 1.000 millones de antenas en Japón y hasta 100.000 millones a nivel mundial.
Por suerte, podrán ser antenas muy pequeñas, del tamaño de un smartphone, que se podrán colocar en cualquier sitio. Pero antes deberá llegarse a un consenso internacional. Si lograrlo para el próximo Release 17 ya se prevé complejo, para los siguientes aún lo será más si continúa o se agrava el actual clima de confrontación entre China y Estados Unidos y hace imposible el imprescindible diálogo a cinco o seis bandas o regiones mundiales. En realidad, el principal problema de 6G no es el desarrollo tecnológico a cinco o diez años vista sino continuar teniendo una normativa única a nivel mundial.