La exclusión de los suministradores chinos de equipos de red 5G en la infraestructura de telecomunicaciones de Occidente tendrá severas consecuencias para el desarrollo ulterior de la normativa 5G y de la futura 6G, debido a que acaparan muchas patentes esenciales, además del aumento de precio de los equipos como consecuencia de la menor oferta y de los elevados costes en que deberán incurrir los operadores para reemplazar a las redes chinas ya existentes, según han alertado recientemente Börje Ekholm, presidente y consejero delegado de Ericsson, y la consultora estadounidense ABI Research.
En la presentación de resultados del cuarto trimestre de Ericsson a finales de enero, Ekholm volvió a criticar la decisión del regulador sueco de telecomunicaciones de excluir a los fabricantes chinos de equipos de redes 5G de suministrar productos a la infraestructura de telecomunicaciones de Suecia. El máximo responsable de la compañía sueca Ericsson se mostró muy preocupado porque “puede ser perjudicial para nuestras operaciones en China” pero, sobre todo, porque puede afectar al desarrollo continuado de un único estándar global de comunicaciones móviles.
Para Ekholm, el negocio actual de Ericsson en 180 países ha sido construido sobre la base del libre comercio y el desarrollo de mercados abiertos y competitivos. “Esto ha asegurado también el desarrollo de un único estándar global para las comunicaciones móviles” y “es crítico que la respuesta a la situación geopolítica salvaguarde el extraordinario valor asociado con los estándares que hacen funcionar las redes 5G y las posteriores”.
Huawei es cinco veces más grande que Ericsson o Nokia: Huawei facturó el año pasado 136.700 millones de dólares, Ericsson 28.000 millones y Nokia 23.300 millones de dólares, por lo que vetar a Huawei es arriesgado
En un informe publicado la semana pasada, la consultora estadounidense ABI Research sostiene, en el mismo sentido que el presidente de Ericsson, que “prohibir a los fabricantes chinos el despliegue de equipos 5G en los países occidentales, bajo supuestos problemas de seguridad, será en detrimento de los despliegues de las redes 5G y de su evolución tecnológica durante los próximos años”.
Para la consultora, excluir a Huawei de la instalación de sus equipos 5G en Occidente retrasará varios años el despliegue de esta tecnología y supondrá para los operadores unos costes adicionales de varios miles de millones de dólares para reemplazar su infraestructura existente.
En opinión de Leo Gergs, analista de ABI Research y autor del estudio, “la prohibición a Huawei y ZTE de desplegar sus equipos de red 5G y restringir su acceso a las cadenas de suministro de semiconductores tendrá severas implicaciones para los rendimientos económicos” de la nueva tecnología móvil. Además, añade, prohibir a estos fabricantes chinos de equipos de red “hipotecará la investigación y desarrollo de la 5G y de la futura 6G”.
En primer lugar, la restricción de la oferta tiene consecuencias económicas para los operadores de red de telecomunicaciones. Descartar la oferta de Huawei y ZTE no sólo impone costes adicionales para el reemplazo de los equipos que ya se han instalado en Occidente sino que al reducir el número de fabricantes de equipos se merma la competencia en el mercado, una competencia, además, que la mayoría de analistas e incluso los operadores reconocen que tiene gran calidad y bajo precio. La desaparición de estas compañías chinas de las redes de telecomunicaciones occidentales provocaría, inevitablemente, que los precios tiendan a subir, porque forzaría a los operadores a pagar un precio más elevado del que habría con unas condiciones de competencia perfectas, precisa Gergs.
Para el analista, restringir a Huawei el acceso a chipsets 5G de compañías estadounidenses puede ser, además, muy perjudicial para la economía de Estados Unidos porque Huawei ya está construyendo una fábrica de chips en Shanghai para sortear las restricciones estadounidenses. Y, aunque Huawei sólo pudiera fabricar chips para consumo propio, podría abastecer de equipos a toda China y el sudeste asiático, su mercado natural, con el resultado de que la industria de semiconductores estadounidense vendería menos chips, argumenta Gergs.
Implicaciones en los futuros releases
El otro aspecto destacado por el analista, que coincide asimismo con la alerta pronunciada por Börje Ekholm, es que, aparte de las consecuencias económicas, una prohibición a Huawei también tendrá severas implicaciones en el futuro proceso de estandarización de las redes 5G, la actual Release 17 aún por completar y la próxima Release18 que se empezará a discutir a finales de año. Huawei y ZTE se cuentan entre los principales poseedores de patentes esenciales de las redes de telefonía móvil 4G y 5G, aprobadas e incluidas en el estándar 5G por parte del organismo internacional de normalización 3GPP, dependiente de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), y que serán la piedra angular de la futura 6G.
Estas patentes esenciales de redes 5G están en poder de un número muy reducido de compañías. Aparte de las chinas Huawei y ZTE, las principales son la sueca Ericsson, la finlandesa Nokia, las japonesas NTT DoCoMo y Fujitsu y la coreana Samsung (Qualcomm tiene esencialmente patentes de terminales 5G).
Las licencias de uso de estas patentes esenciales están a disposición de los otros fabricantes de equipos bajo las normas FRAND (justas, razonables y no discriminatorias). Pero esto no significa que, cuando se vaya a discutir una nueva generación de estándares de telefonía móvil, como la 6G, las compañías que poseen patentes, esenciales o no, deban ceder su uso obligatoriamente. En realidad, la discusión sobre la remuneración justa de las patentes está a la orden del día. Ericsson, por ejemplo, interpuso hace unos meses una demanda contra Samsung porque considera que no cumple el acuerdo realizado en su día y debe revisarse la compensación.
China quiere dominar el mercado de normas y patentes internacionales de los productos más avanzados tecnológicamente para cobrar royalties en las próximas décadas e influir en su desarrollo futuro
La Administración estadounidense se ha dado cuenta hace relativamente muy poco tiempo que el grueso del desarrollo normativo de las telecomunicaciones está en manos de un número de compañías muy reducido, que designan y sufragan un gran número de técnicos muy capacitados para que trabajen en diversas comisiones internacionales. Muchos de estos comités internacionales de normalización, tanto en el 3GPP como en la UIT, están dirigidos en los niveles principales y secundarios por representantes de Huawei y ZTE.
La tarea y dedicación de los representantes de estos comités de normalización es enorme y trabajan para lograr un consenso que beneficie a la mayoría. Pero, inevitablemente, tienen claro quién les paga, bien sea en forma de información anticipada de cuál será el criterio tecnológico que prevalecerá en la adopción de una normativa o de intentar decantar una parte de la normativa para que favorezca mejor determinados intereses.
Las decisiones que se toman en estos organismos siempre son muy complejas y todas comportan contrapartidas, por lo que tener un aliado es importante. Estar presente en estos comités es importante, pero supone dedicar mucho tiempo, esfuerzos y conocimientos, lo que solo está al alcance de las grandes compañías y que miren la rentabilidad a largo plazo. Por su naturaleza, los grandes grupos asiáticos encajan mejor en este perfil y no debe extrañar que acaparen muchos comités.

El Secretario General de la UIT, organismo con sede en Ginebra, es Houlin Zhao, de China, que el 1 de enero de 2019 empezó su segundo y último mandato de cuatro años al frente de la UIT. Zhao ya había sido Secretario General adjunto los anteriores ocho años; desde 1998 fue director de la Oficina de Estandarización de la UIT y doce años antes, desde 1986, consejero senior del mismo organismo. Lleva, pues, 35 años ininterrumpidos ocupando cargos muy relevantes en la UIT, lo cual demuestra su alta profesionalidad. Los otros cuatro máximos directivos de la UIT son un británico (Malcolm Johnson), un uruguayo (Mario Maniewicz), un coreano (Chaesub Lee) y, desde 2019, una estadounidense (Doreen Bogdan Martin), la primera vez que el organismo elige a una mujer en el máximo nivel directivo en sus 153 años de historia. Son fácilmente identificables en la fotografía superior.
Huawei quintuplica a Ericsson y Nokia
Para muchos, se tiende a considerar que Huawei es de un tamaño similar al de Ericsson o Nokia. Cierto es que los inicios de Ericsson se remontan a 1876 y los de Nokia, como amalgama de las centenarias ITT-CIT Alcatel (Standard Eléctrica como filial en España) y posteriormente de Lucent-AT&T y de parte de los laboratorios Bell, se remontan también a muchas décadas atrás, aunque Nokia se creó en 1864 como compañía papelera en Finlandia. Al lado de Ericsson, Huawei es una empresa relativamente joven, ya que fue fundada en 1987 por Ren Zhengfei, y que aún la dirige de facto. Huawei tiene una estructura accionarial muy singular, porque gran parte de las acciones están en manos de sus empleados.
En 35 años, sin embargo, Huawei ha pasado a ser cinco veces más grande que Ericsson o Nokia. Huawei facturó el año pasado 136.700 millones de dólares, con un crecimiento del 11,2% respecto a 2019, según los resultados preliminares publicados por China Business Network. La facturación de Ericsson en 2020 fue de 28.000 millones de dólares, el 5% más, y la de Nokia de 23.300 millones de dólares, el 6% menos.
El beneficio neto de Huawei aumentó el 10,4%, pese al veto estadounidense, hasta 9.900 millones de dólares, mientras que el de Ericsson se quedó en 2.130 millones, tras superar el drástico reajuste de 2019 que le llevó a tener un beneficio neto de 220 millones por la supresión de 25.000 empleos, la quinta parte de la plantilla de entonces, para garantizar su supervivencia. Los beneficios operativos de Nokia en 2020 han sido de 1.110 millones de dólares, un poco más del doble que el año pasado, y se encuentra en pleno proceso de completa reestructuración para asegurar su viabilidad.
La situación del mercado mundial de equipos de telecomunicaciones para este año no es nada boyante. Según las expectativas de Ericsson basadas en el informe de la consultora Dell’Oro y expuestas en su presentación de los resultados de 2020, el mercado global de equipos de redes de enlace (RAN) se estima que crecerá el 3% en 2021. China aumentará el 4%, Norteamérica el 2% y Europa el 3%.
En facturación, el mercado asiático de equipos de red 5G será mucho más importante que el europeo y norteamericano juntos, al menos en 2021. No es extraño, por tanto, que el presidente de Ericsson esté alarmado por el veto que quiere imponer el regulador sueco a Huawei y, quizás, toda Europa si sucumbe a las presiones del Gobierno estadounidense, que con Biden parece que serán más suaves en las formas que Trump pero no necesariamente en el fondo.
Ericsson podría vender más equipos en Suecia y en Europa y Estados Unidos si se veta a Huawei pero el temor fundado de Börje Ekholm es que le sería vetado, en contrapartida, el inmenso mercado chino a corto plazo, justo ahora que acaba de conseguir un importante contrato y que sus ventas en China fueron de 2.200 millones de dólares el año pasado, el 17% más que el año anterior. Nokia se quedó fuera del mercado chino el año pasado, porque el coste del componente clave de sus equipos de red es muy elevado, a consecuencia de una mala decisión tecnológica tomada hace cuatro años, y el mercado chino es tremendamente competitivo en precio. Las consecuencias en el mercado de equipos de telecomunicaciones no se ven de un día para otro.
Europa podría fortalecer la posición de Nokia y Ericsson, favoreciendo la compra de más equipos a estas compañías. Pero esto perjudicaría a los operadores europeos, que tendrían acceso a una menor oferta y probablemente más cara o quizás subvencionada indirectamente con fondos europeos de investigación. Los fabricantes europeos, a la corta o a la larga, verían reducido su mercado potencial, como teme el presidente de Ericsson si se veta a los fabricantes chinos.
Huawei, mientras tanto, parece inmune a las presiones de Estados Unidos. La semana pasada, en una rara aparición pública con motivo de la ceremonia de inauguración de un laboratorio en Shanxi, Ren Zhengei lamentó que Joe Biden no le hubiera aún llamado, aunque “sería bienvenida” una conversación y hace tiempo que la espera, aunque no tiene prisa. Dejó claro que no piensa desprenderse de la división de smartphones de Huawei, aunque haya vendido recientemente la marca Honor a un consorcio chino, porque piensa que el futuro de los terminales, sobre todo en el campo industrial y minero, está aún en sus inicios y piensa explotarlo a fondo.
Respecto a la transferencia de tecnología de equipos de telecomunicaciones que ofreció hace unos meses, asegura no ha recibido ninguna respuesta. Y de la calidad de sus equipos no tiene ninguna duda, como considera que puede ver cualquiera al hacer funcionar un iPhone 12 en una red 5G europea y en los que se superan las pruebas de rendimiento más exigentes a nivel internacional.
Control de las normas técnicas internacionales
La semana pasada, The Wall Street Journal publicó un extenso artículo en el que alertaba que China ya controla la fabricación de múltiples productos diseñados a partir de normas técnicas internacionales y patentes creadas en las últimas décadas por Europa y Estados Unidos en organismos como ISO, desde el humilde conector USB hasta el gran contenedor que utilizan los barcos, trenes de mercancías y camiones con remolque.
La novedad es que China quiere liderar las normas técnicas de los equipos del futuro, desde las telecomunicaciones o la transmisión eléctrica hasta la inteligencia artificial, y recibir las patentes y royalties que se generen con ellas en las próximas décadas, como ya ha sucedido en muchos aspectos del 5G.
El pasado junio, el comisario del mercado interior europeo, Thierry Breton, ya alertó que los rivales de Europa están siendo muy activos en el desarrollo de estándares internacionales en mercados clave para proteger e incrementar su ventaja competitiva. Si no se pone remedio, el liderazgo tecnológico y la competitividad europea en muchos productos se verá seriamente comprometida, dijo Breton.
Según el periódico financiero estadounidense, los ejecutivos y políticos chinos tienen un dicho: un tercio de las compañías hacen productos, el segundo tercio hacen tecnología y el tercio superior fijan los estándares. Y de acuerdo con la firma de análisis de datos alemana IPlytics, Huawei es la compañía que más patentes posee en 5G y también lidera las propuestas de estandarización de productos 5G que somete al 3GPP, más de 35.000.
El control efectivo o el procedimiento de aprobación de un estándar internacional o de un amplio conjunto de normas por parte de un país, como pueden ser las comunicaciones móviles 5G, puede llevar a que la compañía que está detrás sea altamente competitiva en ese mercado. O, peor aún, por poner un ejemplo, que el desarrollo de una única norma futura de telecomunicaciones móviles a nivel internacional y que permita que las redes se entiendan entre sí, como en el último siglo y medio, resulte imposible si se promueve el veto a determinadas compañías chinas, como teme el presidente de Ericsson.