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La CE fija los objetivos para la soberanía digital europea en 2030

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La Comisión Europea dio a conocer el pasado martes su visión para lograr la completa transformación digital de la Unión Europea a lo largo de esta década. Se propone destinar el 20% del fondo de recuperación europeo, unos 150.000 millones de euros, para impulsar la Década Digital de Europa. Se pretende para 2030 al menos el 80% de los adultos tengan competencias digitales, que todos los hogares dispongan de conectividad gigabit y las ciudades estén cubiertas con 5G y que la transformación digital llegue al sector privado y a todos los servicios públicos.

 

La Comunicación Brújula digital 2030: el camino europeo para la década digital se basa en la estrategia de construir un futuro digital en Europa, anunciada por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en su discurso del Estado de la Unión del año pasado, en el que reclamaba que Europa debía mostrar una mayor liderazgo digital con una visión común para 2030. El documento presentado el pasado 9 de marzo por la Comisión Europea responde a la solicitud del Consejo Europeo el pasado octubre de fijar unas claras ambiciones digitales para la Europa en 2030 y ahora debe ser aprobado por el Parlamento, Consejo, Comité económico y social y Comité de las regiones.

La “brújula digital” establece una visión para que en 2030 “haya en Europa una exitosa transformación digital basada en el empoderamiento de los ciudadanos y su liderazgo tecnológico, para tener una sociedad más resiliente y próspera”. También fija unos objetivos claros y concretos en cuatro ejes (capacitación digital, infraestructuras, negocios y Gobierno), un marco de actuación que identifica los principios básicos para lograr estos objetivos y un calendario que asegure que se cumplirán estos objetivos y, finalmente, una serie de acciones que proyecten este camino europeo de la transformación digital en el mundo.

Cuatro ejes básicos para el 2030

El primer eje (“skills”) es el de conseguir que los ciudadanos europeos tengan competencias digitales y que los profesionales dispongan de plena capacitación digital. Se trata de que en 2030 al menos el 80% de todos los adultos deberían tener conocimientos digitales básicos y que hubieran 20 millones de especialistas en tecnologías de la información y comunicaciones en la Unión Europea, aparte de que hubiera un mayor número de mujeres que accedieran a estos empleos.

 

El segundo eje (infraestructuras) es tener una infraestructuras digitales seguras, con prestaciones y sostenibles. Se quiere que en 2030 la totalidad de los hogares de la Unión Europea puedan disponer de conectividad gigabit y que todas las áreas pobladas cuenten con cobertura 5G; que la producción de semiconductores con la última tecnología y sostenibles sea del 20% de la producción mundial; que se desplieguen 10.000 nodos en la red altamente seguros y energéticamente neutros y que Europa disponga de su primer ordenador cuántico.

 

El tercer eje es el de la transformación digital de los negocios. También para finales de esta década tres cuartas partes de las compañías deberían utilizar servicios basados en la nube de información, big data e inteligencia artificial y que más del 90% de las pequeñas y medianas empresas deberían tener al menos un nivel básico de intensidad digital y que el número de empresas europeas líderes (unicornios, empresas con más de 1.000 millones de dólares de cotización en bolsa) debería doblarse.

Se quiere que, en 2030, todos los hogares de la Unión Europea dispongan de conectividad gigabit, todas las áreas pobladas cuenten con cobertura 5G y todos los servicios públicos esenciales estén disponibles online, entre otros objetivos

El cuarto y último eje de actuación es el de la transformación digital de los servicios públicos. Para 2030 se quiere que todos los servicios públicos esenciales estén disponibles online, que todos los ciudadanos tengan acceso a sus registros médicos a través de Internet y que el 80% de los ciudadanos dispongan de un identificador digital, un DNI electrónico.

Todos estos objetivos y ejes descritos en la Comunicación de la Comisión Europea están sintetizados y recogidos en un comunicado, así como en un documento de preguntas y respuestas.


Para agilizar su consecución, la Comisión aprobará una serie de proyectos que abarquen varios países y que combinen inversiones del presupuesto de la Unión Europea, de los Estados miembros y de la industria sobre la base de los fondos de recuperación y resiliencia y otros fondos comunitarios. En sus planes procedentes de los fondos de recuperación, los Estados miembros tienen el compromiso de destinar al menos el 20% del total del presupuesto a la prioridad digital. Entre los proyectos multipaís posibles se incluyen la infraestructura de proceso de datos interconectada, el diseño y despliegue de la próxima generación de procesadores seguros de bajo consumo de energía o la conexión de Administraciones públicas.

 

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha recalcado que con la aprobación de los fondos de recuperación y resiliencia, “hemos movilizado recursos sin precedentes para invertir en la transición digital” y “debemos asegurar que todos los ciudadanos y negocios puedan acceder a lo mejor que el mundo digital pueda ofrecer a través de la Década Digital de Europa”.

 

La vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea, Margrethe Vestager, asegura que «la digitalización no es un fin en sí mismo; ha de tener un propósito”. Para nosotros, precisó al dar cuenta del Comunicado, “que esta década digital sea exitosa significa convertirnos en el socio próspero, seguro y abierto que queremos ser para el mundo” y “asegurarnos de que todos nos beneficiamos del bienestar que traerá una sociedad digital inclusiva».

Se quiere destinar el 20% de los fondos de recuperación comunitarios para impulsar la Década Digital Europea en 2030 y “conseguir juntos una Europa soberana, digital y resiliente en el mundo post-pandemia”

Thierry Breton, comisario del Mercado Interior, añadió al valorar la Comunicación presentada que “como continente, Europa tiene que asegurarse de que sus ciudadanos tengan acceso a una selección de las tecnologías más avanzadas que nos hagan la vida mejor, más segura e incluso más sostenible gracias a que tenemos las capacidades para utilizarlas”. Con la Década Digital Europea, sostuvo, “conseguiremos juntos una Europa soberana, digital y resiliente en el mundo post-pandemia”.

 

La Comisión tiene previsto iniciar en breve un amplio proceso de discusión y consulta del proceso, con la participación de ciudadanos, de la visión y de los principios contenidos en la “brújula digital”. Se prevé iniciar la consulta de los principios digitales del documento, de su discusión y compromiso con los Estados miembros, con el Parlamento europeo y con los representantes sociales y económicos regionales y empresariales a lo largo de este año y lanzar un foro multisectorial de discusión del documento.

 

El objetivo, según consta formalmente en el documento de “objetivos digitales para 2030”, es tener una propuesta de programa operativo de la política digital a finales de verano y “progresar hacia la declaración inter-institucional sobre los Principios Digitales a finales de 2021”.

Escepticismo en algunos objetivos

Algunos de los objetivos expuestos para la Década Digital de Europa son plenamente factibles, como que al menos el 80% de todos los adultos tengan las capacidades digitales básicas y que hayan 20 millones de especialistas en tecnologías de la información y las comunicaciones en 2030, así como que todos los hogares europeos puedan disponer de conexión de banda ancha, de al menos un gigabit por segundo, y que todas las áreas pobladas estén cubiertas con 5G a finales de esta década. Muchos de estos objetivos, sin embargo, son bastante difíciles de definir y cuantificar, como qué supone tener “capacidades digitales básicas” y cuáles son sus límites, o qué se entiende por “servicios públicos esenciales” (“key services”, en el documento) y cuáles no lo son.

 

Algún otro objetivo, especialmente que “se fabrique en Europa al menos el 20% de la producción mundial en valor de semiconductores de última generación y de forma sostenible”, ha suscitado polémica. Ahora, se aclara en el documento, la producción europea de todo tipo de semiconductores es del 10%, con lo que se quiere al menos duplicar la cuota mundial europea en diez años. También, que se quiera duplicar el número de “unicornios” en la Unión Europea parece bastante voluntarista.

 

Para que Europa sea realmente soberana en materia digital, se deben tener centros de datos propios y además respetuosos con el medio ambiente pero que, además, contengan los programas para analizar los datos y procesarlos, como hacen los grandes proveedores de servicios en la nube, como AWS de Amazon, Azure de Microsoft o Cloud de Google, sin contar con los competidores chinos, japoneses o IBM y Apple, que también están destinando amplios recursos a este segmento clave de actividad. Habrá que ver cómo evoluciona en los próximos años la iniciativa Gaia-X. Tener computación cuántica propia para 2030 puede ser un tema igualmente estratégico pero, a diferencia de los semiconductores o de los servicios en la nube, no hay aún un mercado ni unos rivales claramente establecidos y a batir.

Mercado de chips globalizado

El tema de la fabricación soberana de semiconductores está de actualidad desde que el Gobierno de Estados Unidos prohibió hace un par de años que Huawei se aprovisionara de chips no solamente fabricados por empresas estadounidenses sino, también, con maquinaria de producción que tuviera algunos equipos y software desarrollados por empresas con sede en Estados Unidos. Esto provocó que hasta el pasado septiembre Huawei acaparara todos los chips que pudo, y especialmente los pedidos hechos hasta entonces a TSMC, sin que quedaran en el mundo stocks en los almacenes de ningún fabricante.

 

Con la pandemia, la caída de los stocks de semiconductores pasó desapercibida, porque la demanda también era baja (aparte de la de Huawei y otras empresas chinas afectadas por el veto). Con el repunte de la actividad a partir del verano, los fabricantes de automóviles se han encontrado con que no tenían suministros de chips para sus coches y han debido paralizar la fabricación de varios modelos en muchas factorías.

 

La situación de escasez de semiconductores para automóviles, como para otros productos como smartphones u ordenadores, es tan grave que no se prevé que se normalice como mínimo hasta finales de año, como han destacado varios fabricantes en las últimas semanas. La fabricación de un chip, desde la insolación de una oblea hasta su encapsulado y verificación final, es un proceso largo y complejo en el que intervienen distintas compañías, a veces de distintos países. Y construir una fábrica de chips de cero requiere al menos tres años.

 

Los chips para coches, además, tienen el problema de que cuestan poco dinero, típicamente un euro y escaso margen de beneficio en relación, por ejemplo, con los procesadores para smartphones, que cuestan varias decenas de euros. Esto hace que los grandes fabricantes de semiconductores avanzados por encargo, como el taiwanés TSMC o el coreano Samsung, tengan poco interés en fabricarlos los chips para coches y priorizan otros con mayor margen.

 

Se da la circunstancia de que Europa cuenta con dos grandes diseñadores y fabricantes de chips para coches, Infineon y NXP. Pero, aunque el diseño es propio, solo fabrica una parte de su producción, porque la otra parte la subcontratan a otras compañías, especialmente TSMC. Esta compañía taiwanesa no da abasto, porque también ha recibido muchos pedidos de Qualcomm, Apple, Nvidia, AMD y su compatriota MediaTek, con el aumento de la demanda de los últimos meses. Incluso fabricantes de automóviles estadounidenses, como General Motors o Ford, se han quedado sin chips, víctimas de la política de su Gobierno para con China.

 

Europa dispone de dos fabricantes de chips europeos, Infineon y STMicroelectronics, que untos acaparan el 10% del mercado mundial de semiconductores, aunque no de su producción. El primero fue fundado en 1999, fruto de una escisión de la división de semiconductores de Siemens, que dio lugar a la creación de Infineon, y STMicroelectronics procede de la fusión a finales de los ochenta de la italiana SGS Microelettronica y la francesa Thomson, dando lugar a SGS-Thomson Microelectronics y finalmente STMicroelectronics.

 

Se da la circunstancia de que en Holanda se diseñan y fabrican las líneas de producción de semiconductores más avanzadas, las únicas que fabrican chips con rayos ultravioleta extremos, por parte de ASML, y que utiliza extensamente TSMC, que es uno de sus grandes clientes. Pero las líneas de fabricación de ASML utilizan, en parte, herramientas de diseño de software de empresas estadounidenses y esto hace que la compañía holandesa tengan problemas para exportar su producto a compañías de China, como SMIC, que también está vetada por el Gobierno estadounidense.

Demanda que justifique una fábrica de chips propia

Reinhard Ploss, consejero delegado de la alemana Infineon, el principal fabricante europeo de chips, se mostró el pasado sábado, en un artículo del Financial Times, muy escéptico de que sólo con dinero Europa pueda ser soberana en la fabricación de chips y competir con Estados y Asia. En la actualidad, en opinión de Ploss, Europa no tiene un sector tecnológico suficientemente grande para generar una demanda de chips que justifique la implantación de una fábrica de semiconductores a escala mundial.

 

Infineon cuenta con fábricas de chips en Alemania y Austria, pero subcontrata gran parte de sus necesidades a TSMC, UMC y Globalfoundries para los chips de menos de 90 nanómetros. “Si tuviéramos recursos ilimitados, obviamente invertiríamos en fábricas de chips de menos de 90 nanómetros, y sería una opción hacer los chips con otras compañías, pero no tiene sentido hacerlo individualmente”, argumenta Ploss al periódico financiero. Además, añade, tener una fábrica de chips sólo resulta rentable si se trabaja constantemente a plena capacidad.

 

En estos momentos, Europa produce alrededor del 7% de los chips, Estados Unidos el 12% y Asia el 80%. La demanda de Europa de chips es del 10%, según la Comisión Europea, y la de Estados Unidos alrededor del 21%, aunque el cálculo es muy complejo, porque mucha demanda de chips se reexporta a productos que se ensamblan fuera. Por ejemplo, Qualcomm diseña sus procesadores para smartphones, que fabrica TSMC en Taiwan y después se envían a las fábricas que ensamblan los smartphones, una pequeña parte de los cuales se envían como productos terminados a Estados Unidos, sin que Qualcomm haya visto ninguno de sus chips. China compra alrededor del 70% del mercado mundial de semiconductores, pero su mercado interior no llega al 25%, porque se reexportan los chips importados en productos terminados.

 

Para tener una fábrica de chips rentable de alta tecnología, que requiere una inversión de varios miles de millones de dólares, se necesita un gran volumen de producción. TSMC, por ejemplo, puede establecer una fábrica de chips en suelo estadounidense si cuenta con pedidos garantizados de varios miles de millones de dólares anuales de NVidia, Apple o Qualcomm y elevadas subvenciones y exenciones fiscales de los Estados donde se ubique la planta, para justificar los costes de producción y mano de obra más elevado que en Taiwan. Pero no sería posible solo con subvenciones y sin una elevada demanda de la producción garantizada.

 

El volumen de inversión en fábricas de chips también está relacionado con la demanda que tienen y la prevista en el futuro, porque es una inversión a varios años vista. Los fabricantes europeos de semiconductores invierten alrededor del 4% del total del sector, frente al 63% del área de Asia Pacífico, según Ploss. TSMC invertirá 20.000 millones de euros en una nueva planta en Taiwan mientras que Infineon prevé invertir 1.600 millones de euros en 2021, en parte para construir una nueva planta en Austria.

 

Para equilibrar estas inversiones, se debería hacer un esfuerzo conjunto entre Estados Unidos y Europa para crear una elevada demanda que permitiera que se fabricaran chips fuera de Taiwan o China, opina el consejero delegado de Infineon. Pero, según algunas informaciones, como dice el Financial Times, Bruselas se decanta más por persuadir a TSMC o a Samsung que fabriquen chips en Europa en vez de convencer a compañías como Infineon a que cambien su modelo de subcontratación y fabriquen más en suelo europeo.

 

Infineon está especializado en la fabricación de chips para automoción de potencia elevada y grandes márgenes de beneficio, que representan el 40% de su actividad y también es líder mundial en sensores de alta potencia, con casi un quinto del mercado mundial. Estos chips trabajan a tensiones e intensidades de corriente mucho más elevadas que los chips para ordenadores, por ejemplo, y requieren estructuras muy grandes, de decenas de nanómetros, para que no se fundan los chips.

 

Una fábrica de chips de, por poner un caso, dos nanómetros, tendría muy poca utilidad para los productos de Infineon, aunque sería la más avanzada del mundo. Y una alianza con otras compañías europeas de chips, como STMicroelectronics, tampoco ve Ploss mucho sentido, porque “podría exceder participaciones de mercado críticas”. Y una fusión con Glonski podría llevar a un conflicto cultural, con demasiados políticos involucrados.

 

El objetivo de crear un “campeón europeo” de chips es sumamente complejo, a tenor de la opinión del consejero delegado de Infineon, porque no es una cuestión solo de inversión sino de crear una demanda de chips con la facturación suficiente para que justifique la inversión y además sea capaz de tener permanentemente ocupada la planta de fabricación. Aparte de tener el personal adecuado para hacerla funcionar.