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Europa crea una infraestructura digital soberana con Gaia-X

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Las potencias europeas están muy preocupadas por el auge que están teniendo en los últimos años las plataformas de almacenamiento y tratamiento de información, virtualmente monopolizadas por compañías estadounidenses. Estas compañías, además, pueden verse obligadas a revelar todos los datos que almacenan a las autoridades de Estados Unidos, incluso si están alojados en terceros países, según establece la Cloud Act aprobada hace un par de años, e incluida subrepticiamente en la votación de los presupuestos generales presentados por Donald Trump. Con Gaia-X se quiere tener una plataforma plenamente competitiva para uso de las compañías europeas y que ofrezca plenas garantías de que su información alojada será totalmente confidencial.

Aunque la ley estadounidense lleve el nombre de Cloud, no se refiere a la infraestructura en la nube sino que es el acrónimo de Clarifying Lawful Overseas Use of Data (Ley Aclaratoria del Uso Legal de Datos en el Extranjero) y trata del uso legal de los datos de los proveedores estadounidenses de servicios. La Cloud Act obliga a estos proveedores a revelar todos los datos que estén en su posesióncustodia o control, si son solicitados por las autoridades, estén alojados dentro de Estados Unidos o en terceros países. Esto significa que el Gobierno estadounidense puede espiar legalmente a cualquier compañía que tenga información almacenada en bases de datos de compañías estadounidenses y contraviene el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) vigente en toda la Unión Europea.

El pasado jueves, el ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, y su hómologo alemán, Peter Altmaier, oficializaron la puesta en marcha de Gaia-X en una presentación realizada on line, cada uno en su despacho. La plataforma se había anunciado hace casi un año y ambos países ya llevan trabajando en la misma desde hace varios meses, como líderes del proyecto. Ambos países se han puesto de acuerdo para respaldar un catálogo de servicios digitales desarrollados por distintos servicios de almacenamiento de datos y editores de software. El sistema garantizará seguridad e integridad de los datos, contratos transparentes y tecnologías interoperables, de tal manera que un usuario pueda cambiar de prestatario del servicio si no está satisfecho.

Las empresas que almacenen los datos deberán indicar claramente si se someten o no a los reglamentos de protección de datos de fuera de Europa. Tanto Alemania como Francia quieren favorecer que distintas filiales y sucursales de empresas europeas puedan compartir información pero a la vez proteger la información sensible y los secretos industriales de leyes extraterritoriales y demandas de información de potencias extranjeras, sean de Estados Unidos, de China o de otros países de fuera de la Unión Europea, en clara referencia a la Cloud Act o ley similar. Se calcula que una cuarta parte de los datos alojados en la nube son información sensible.

Gaia-X es una plataforma europea de servicios en la nube que se compromete a los principios de apertura, interoperabilidad, transparencia y confianza de los datos de sus usuarios

Gaia-X no es más que el punto de partida”, señaló Peter Altmaier en la presentación del nuevo servicio, porque el objetivo es federar a todos los servicios de tecnologías de la información europeos y que sean tan competitivos y completos como los que ahora ofrecen las compañías estadounidenses y chinas de este mercado. Para ello, se quiere abarcar el máximo del mercado doméstico europeo y conseguir una facturación del orden de 1.500 a 2.000 millones de euros anuales. La plataforma global tendrá un comparador de los distintos servicios y empresas prestatarias de los mismos para que cada empresa usuaria escoja el que más le pueda interesar.

Esta iniciativa, provisionalmente conocida como Fundación Gaia-X, debería estar totalmente disponible “a principios de 2021” y tendrá su sede en Bélgica, como organización sin ánimo de lucro. De entrada, cuenta con 22 miembros, entre las cuales figuran grandes compañías alemanas y francesas, tanto prestatarias de soluciones como depositarias de servicios de información. Entre ellas se encuentran las operadoras DT y Orange, las industriales alemanas Bosch y Siemens, la automovilística BMW, las especialistas en servicios cloud OVHCloud y Scaleway, y la alemana SAP y la francesa Atos, cuyo director general había sido Thierry Breton, ahora comisario del Mercado Interior y encargado de las telecomunicaciones europeas.

En principio, se quiere favorecer a las compañías europeas, pero también podrán formar parte empresas no europeas que se comprometan a respetar los principios de apertura, interoperabilidad, transparencia y confianza que promulga Gaia-X. Empresas como Microsoft han confirmado que están en negociaciones para formar parte de la misma, pero también Amazon y Google han mostrado interés en participar.

Gaia-X quiere ser un antídoto de la Cloud Act, que obliga a los proveedores estadounidenses de servicios cloud a revelar todos los datos que poseen si son solicitados por las autoridades

En realidad, parece que el debate sobre la estricta soberanía europea de una nube de información no está cerrado ni se cuenta con un mecanismo de protección extrema de los datos. Justo unos pocos días antes de la videoconferencia franco-alemana sobre Gaia-X, se supo que el Gobierno francés se había decantado por los centros de datos de Microsoft para albergar las informaciones de salud de millones de franceses en la plataforma Health Data Hub, destinada a la investigación.

La compañía francesa OVHcloud, que aspiraba a obtener el contrato, ha puesto el grito en el cielo y se ha evidenciado que el proyecto Gaia-X no es muy sólido, al menos por ahora. El Secretario de Estado de economía digital, Crédic O, justificó en el Senado francés la decisión en base a los “retrasos europeos en el cloud” y que la elección de una compañía europea no hubiera permitido extraer todos los análisis científicos necesarios, sobre todo en el marco de la lucha contra el Covid-19.

Lo que está claro es que el dominio estadounidense en las plataformas de servicios basadas en la nube es absoluto. Entre Amazon AWS, Microsoft Azure y Google Cloud, todas estadounidenses, acaparan el 65% del mercado. La consultora Gartner estima que en 2018 el mercado de infraestructura cloud ascendió a 32.500 millones de dólares, de los cuales Amazon facturó casi la mitad del total, 15.500 millones, seguida de Microsoft con 5.049 millones, la china Alibaba con 2.500 millones, Google con 1.310 millones e IBM con 580 millones (que ahora ha aumentado con la compra de Red Hat). El resto de compañías deben repartirse 7.500 millones, calcula Gartner.

Esta supremacía de las GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft) inquieta terriblemente a la vicepresidenta de la Comisión Europea, Margrethe Vestager, que quiere reforzar el arsenal legislativo que posee contra los oligopolios digitales y dotarse de una nueva herramienta contra la libre competencia, porque ve que las anteriormente aprobadas durante su anterior mandato como comisaria del tema no son muy eficaces. Incluso hoy mismo está prevista una reunión sobre el tema para disponer de un instrumento más útil a fin de año.

En paralelo con la supremacía del mercado de las plataformas estadounidenses, se quiere poner coto a la pérdida de recaudación que supone para Europa el comercio en línea dentro de sus fronteras y la existencia de distintos sistemas impositivos en la UE y paraísos fiscales. Mientras, Donald Trump, muy molesto porque Twitter se ha atrevido a poner una señal de alerta a dos mensajes suyos, quiere modificar el estatuto jurídico de las redes sociales, en concreto el artículo 230 de la Communication Decency Act de 1996, y piedra angular de las web estadounidenses. La situación con la que se quiere enfrentar Gaia-X es así inmensa, con obstáculos por todas partes, aunque desde un punto de vista europeo es más que justificado.