La decisión sobre qué hacer sobre el espinoso asunto de la seguridad de los equipos de redes 5G de Huawei sigue dividiendo a los distintos gobiernos europeos. El Gobierno de Boris Johnson ha sido el más contundente y acaba de enviar a la Cámara de los Comunes un proyecto de ley que excluye totalmente el despliegue de redes 5G de Huawei en suelo británico. El Gobierno de Angela Merkel, por su parte, se resiste a cualquier mención a Huawei en la ley de seguridad de telecomunicaciones que está preparando y que debería estar aprobada antes de un mes.
Mientras el Reino Unido y Alemania tienen posiciones contrarias, el Gobierno francés pasa de puntillas sobre el tema, sin tomar ninguna decisión oficial, aunque se reserva prohibir en un futuro los equipos de Huawei si se confirmase que no son seguros y ha vetado implícitamente su instalación en lugares estratégicos. Suecia quería vetar a Huawei en la subasta que iba a realizar, pero la compañía china ha recurrido la decisión del regulador sueco y ha debido posponerse la licitación hasta que haya juicio. En España no parece que el asunto se haya abordado oficialmente, aunque las operadoras utilizan extensamente los equipos de Huawei, pero desde la Administración se insiste en que las redes 5G que se instalarán serán completamente seguras.
Alemania está debatiendo desde hace dos años al más alto nivel gubernamental el nivel de seguridad que proporcionan los equipos de red 5G de Huawei y de los otros fabricantes, sin que se logre adoptar una posición firme al respecto. La cuestión es que la ley alemana de seguridad de los equipos y redes de telecomunicaciones debería especificar los requisitos que deben cumplir para considerarse seguros. Al parecer, la cancillera Angela Merkel es totalmente contraria a que se haga una mención explícita a Huawei y quiere limitarse a imponer unas medidas de seguridad de las redes muy estrictas para todos los fabricantes. Con ello, el peso de la decisión, en el caso de que hubiera dudas, se trasladaría a un eventual comité que habría de decidir y probablemente demostrar, sobre criterios objetivos, que los equipos no son seguros y prohibirlos en consecuencia.
El Reino Unido ha aprobado un proyecto de ley que veta totalmente a Huawei y ayer mismo aprobó una “estrategia de diversificación de la cadena de suministro 5G”, con 250 millones de libras de presupuesto
Estados Unidos lleva años manifestando que los equipos de red 5G chinos, particularmente los de Huawei pero también los de ZTE, sirven a los intereses del Partido comunista chino, que se sirven de ellos para espiar. Tanto Huawei como ZTE niegan vehementemente la afirmación de que espían y que son unas compañías privadas independientes de su Gobierno, a lo que el Gobierno estadounidense contesta que las compañías no pueden oponerse a facilitar el espionaje, porque argumentan que la ley china les obliga si su Gobierno así lo requiere. Mike Pompeo, Secretario de Estado, y Donald Trump, Presidente de Estados Unidos hasta el próximo 20 de enero, han insistido una y otra vez que Huawei espía bajo las órdenes del Partido Comunista chino y han aprobado una ley, la Secure and Trusted Communications Networks Act of 2019, que los excluye totalmente de instalar equipos 5G en Estados Unidos.
La ley de seguridad de las telecomunicaciones de Estados Unidos no establece los criterios que deben regir las redes para considerarse seguras pero tampoco es necesario porque el Gobierno de Trump ya decidió que no lo son sin aportar prueba alguna. El Gobierno de Estados Unidos, además, lleva meses exigiendo que los países europeos hagan lo mismo y ejerciendo el máximo de presión diplomática. El pasado enero, Estados Unidos consiguió un pequeño triunfo, cuando Boris Johnson impuso a sus operadores una cuota máxima del 35% a los equipos de Huawei y la prohibición de instalarlos en las redes troncales. Este julio, endureció la medida y prohibió a los operadores británicos que equiparan sus redes 5G con equipos de Huawei y les dio de plazo hasta finales de año para que resolvieran los compromisos realizados.
Prohibición total de Huawei en el Reino Unido
El pasado 24 de noviembre, el mandatario británico se plegó completamente a los deseos de Estados Unidos y aprobó un proyecto de ley de seguridad de las telecomunicaciones, la Telecommunications (Security) Bill, descrita como “uno de los regímenes de seguridad más restrictivos del mundo” y un paso adelante para que los estándares de seguridad de las redes “no los defina la industria sino el Gobierno”. Este proyecto de ley británico será sometido al Parlamento y no consta que ni los laboristas se hayan opuesto, por lo que será casi con seguridad aprobado.
No están claros los motivos por los cuales Boris Johnson ha decidido ahora la prohibición total de los equipos 5G de Huawei en las redes del país, cuando en verano la medida ya era muy restrictiva y sometida a una evaluación previa de los riesgos por parte de los operadores. Aparte del elevado coste que ya está suponiendo para BT y Vodafone, que habían instalado equipos de Huawei y ahora deberán retirar en su totalidad, el retraso en la implantación del 5G en el Reino Unido ya se evaluó en dos años adicionales con motivo del recorte del 35% y ahora será probablemente superior. Japón, sin embargo, se está frotando las manos, porque considera que ahora tiene una oportunidad de oro para introducirse en Gran Bretaña y quién sabe si será el trampolín de acceso al continente europeo.
Takayuki Morita, que será el presidente y consejero delegado de NEC a partir del próximo 1 de abril, aprovechó la designación que tuvo lugar ayer en Tokio para asegurar que quiere aprovechar las redes 5G para incrementar las ventas exteriores de equipos de telecomunicaciones de la compañía, del 25% actual a cerca del 50%, en “algún momento” impreciso futuro. Morita citó la reciente demostración exitosa realizada en Gran Bretaña con equipos Open RAN de NEC como una vía para abrirse paso en el exterior con esta tecnología de la compañía. “Hay una clara necesidad para tener una red totalmente segura”, aseguró, y Open RAN “representa una gran oportunidad para ello”.
El Secretario de Estado de Asuntos Digitales británico, Oliver Dowden, es consciente de la situación apremiante en que ha puesto a sus operadores con el veto total a Huawei y ayer mismo aprobó una “estrategia de diversificación de la cadena de suministro 5G” y la dotación de un presupuesto de 250 millones de libras “para crear un suministro (de equipos) más diverso, competitivo e innovador”, con Open RAN como punto de apoyo. Huelga decir que la mayoría de expertos consideran que Open RAN tiene un gran futuro, pero que su impacto en el mercado no será una realidad muy tangible hasta 2023.
La UE, atrapada entre China y Estados Unidos
Alemania, al igual que Francia y otros países con un importante comercio exterior con China, no quieren arriesgarse a las represalias que pueda decretar el presidente chino Xi Jing Ping. Australia, que siguió con entusiasmo el veto a Huawei propugnado por Estados Unidos e incluso se permitió criticar asuntos que China considera internos y tabú como las medidas adoptadas en Hong Kong, se encuentra ahora que no puede vender nada a China, ni carne ni tan siquiera vino, cuando antes era su principal cliente, ni se espera que hayan más turistas chinos aunque pase totalmente el Covid. Incluso se dice que una gran partida de marisco se hubo que tirar porque las autoridades aduaneras no dieron los permisos necesarios para que desembarcaran en el puerto de Shanghai.
Aparte de las represalias comerciales que pudiera tomar China, Europa también está preocupada porque quedarían sólo dos grandes suministradores de equipos de redes de telecomunicaciones, Ericsson y Nokia, este último sometido a una fuerte reestructuración, y gran parte de sus equipos están fabricados en China. La propia Ericsson, aunque es consciente de que a corto plazo le beneficiaría un eventual veto europeo a los productos de Huawei, teme que a largo plazo saldría perjudicada. El mercado asiático de telecomunicaciones representa cerca del 60% del total y con el ascenso de la India será incluso superior.
Aparte de las disputas comerciales que pudieran surgir entre Europa y China, el problema es que la tecnología ha pasado a ocupar un primer plano a nivel geopolítico y estratégico, y que no solamente se extiende a las redes de telecomunicaciones, redes sociales y plataformas de comercio electrónico sino también a todo tipo de aparatos, desde ordenadores y tabletas hasta smartphones, donde la oferta china es abundante y apreciada, como indica a Le Monde Tyson Barker, director de un centro alemán de investigación en relaciones internacionales. Estados Unidos, aseguran otros expertos, puede y está enfrentándose a China, pero no está nada claro que a Europa en su conjunto le convenga, y mucho menos a Alemania.
Alemania sigue debatiendo la letra pequeña de su ley de seguridad de telecomunicaciones, aunque es probable que no se mencione a Huawei y se exijan a cambio medidas de seguridad muy severas a todos los suministradores
Lo ideal, tanto para Alemania como para Francia, que constituyen la espina dorsal de la Unión Europea, es defender la “soberanía tecnológica europea”, un concepto acuñado por el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y con el que Alemania está de acuerdo. Esto significa un cierto distanciamiento con Washington, al mismo tiempo que se mantienen buenas relaciones con China, aunque con el debido escepticismo y lejos del pragmatismo optimista que había hace una década en Berlín. Europa teme la política expansionista a todos los niveles del presidente chino, al tiempo que la exigencia a vetar a Huawei de Donald Trump no ha ayudado en nada y ha creado resentimiento en los círculos de Bruselas. La duda es si la Unión Europea podrá mantener este equilibrio inestable y contemporizar con las dos grandes potencias.
Se confía en la Unión Europea en que el presidente nominado de Estados Unidos, John Biden, restablezca lazos atlánticos y sea mucho más pragmático, mientras se da por descontado que el conflicto entre China y Estados Unidos no aminorará en cuestiones clave como las tecnologías de la información, la fabricación de semiconductores y, por supuesto, las redes de telecomunicaciones. Las redes 5G están llamadas a ser uno de los escollos importantes entre Estados Unidos y China en los próximos años, así como la creciente fragmentación de Internet. Y Europa, piensan algunos expertos, tiene mucho que perder si apoya en exceso a alguna de las dos grandes potencias comerciales.
En el tema de la ley de seguridad de las telecomunicaciones que debería aprobar en breve Alemania, todo indica que al final no se hará ninguna mención concreta a ningún suministrador y en cambio se impondrán medidas de seguridad muy estrictas y la creación de un comité formado por representantes de la cancillería y del Ministerio de Interior, de Economía y de Asuntos Exteriores que adopten las decisiones más polémicas por consenso, como indicaba hace unos días una fuente a la Agencia Reuters.
La ventaja de adoptar un procedimiento tan tortuoso es que la aprobación de una medida muy sancionadora para algún suministrador requeriría que hubiera la evidencia clara de que se ha vulnerado la ley de seguridad de las telecomunicaciones y que el equipo o red en cuestión pone efectivamente en riesgo la seguridad, como sostiene Estados Unidos pero que no ha aportado evidencias de que haya sucedido. Mientras tanto, los operadores presentes en Alemania, Telefónica entre ellos, podrían seguir instalando equipos de Huawei. La otra posibilidad, también señalada por Reuters, es que se retrase la aprobación de la ley por falta de consenso entre los partidos de la coalición y se continúe en el limbo.