Los organismos federales competentes de Estados Unidos aprobaron el pasado viernes la propuesta de fusión entre T-Mobile y Sprint, el tercer y cuarto operadores de telefonía móvil a escala nacional, para constituir un único operador móvil con un tamaño similar que pueda hacer frente y rivalizar con los dos actuales competidores, ATT y Verizon, en redes 5G. El acuerdo, valorado en 26.000 millones de dólares, ha tardado más de 450 días en gestarse, con múltiples negociaciones, compromisos y retiradas al más alto nivel oficial, sin que la propuesta sea del todo vinculante.
La solución acordada supone la creación de Dish, un nuevo cuarto operador de telefonía móvil a escala nacional con la incorporación de clientes, uso de antenas, oficinas y espectro cedidos por T-Mobile y Sprint para que pueda competir con posibilidades con los otros dos operadores móviles existentes y el tercero fusionado. La propuesta de fusión aprobada, compleja, confusa y alambicada donde las haya, tiene además un grave inconveniente: está pendiente del veredicto final de un juez federal que deberá pronunciarse sobre un juicio que debería tener lugar a finales de año, en el que se personarán catorce fiscales generales procedentes de sus respectivos Estados demócratas y opuestos frontalmente a la aprobación de la fusión entre T-Mobile y Sprint.
Hace cinco años, concretamente el 4 de junio de 2014, Sprint y T-Mobile acordaron fusionarse por un importe de 32.000 millones de dólares. Un mes después, las autoridades reguladoras se opusieron al acuerdo y no fue hasta tres años después, el 10 de mayo de 2017, cuando el presidente de Sprint se mostró partidario de reiniciar las conversaciones y buscar un nuevo acuerdo, pero en noviembre volvieron a fracasar. El 29 de abril del año pasado T-Mobile ofreció 26.000 millones para comprar Sprint, propuesta a la que se ha dado múltiples vueltas en el último año para que la FCC, el regulador de las telecomunicaciones de Estados Unidos, y el Ministerio de Justicia (DoJ) pudieran dar su visto bueno sin faltar a sus obligaciones.
Se da la circunstancia de que el mandato de la FCC es velar por la construcción de unas redes de telefonía móvil 4G y 5G altamente competitivas en calidad, precio y cobertura, sin que usuarios rurales o empresariales se sientan especialmente discriminados. La calidad de las redes 4G actuales en Estados Unidos es muy pobre, especialmente en las zonas rurales o alejadas de las grandes ciudades, y la FCC quería que no sucediera lo mismo con la 5G, por lo que su objetivo era promover la creación de tres grandes operadores en régimen de libre competencia para la construcción de redes 5G. Desde el punto de vista de la FCC, la fusión de Sprint y T-Mobile, gracias a los compromisos que habían adquirido ambas compañías, servía a los intereses de los consumidores, y por eso el presidente de la FCC, Ajit Pai, respaldó públicamente la propuesta hace unas pocas semanas.
Tras cinco años, la fusión entre T-Mobile y Sprint culmina con la cesión de activos de ambas a Dish, una cuarta operadora móvil de nueva creación
La obligación del DoJ, en cambio, era asegurarse de que la fusión propuesta no atentaba la libre competencia ni la legislación anti-trust, muy estricta a la hora de aprobar fusiones que pudieran convertirse en virtuales monopolios. Bajo la Administración de Obama, el DoJ había dejado claro que pasar de cuatro a tres operadores nacionales era claramente anticompetitivo. El DoJ de la Administración Trump había de encontrar, por tanto, una alternativa que conjugara intereses opuestos. Y se pensó en crear un cuarto operador nacional que reemplazara a los dos que se querían fusionar.
En las dos últimas semanas esta última opción ha cobrado cuerpo y han sido las concesiones finales de Sprint y T-Mobile a favor del nuevo candidato propuesto, Dish, lo que ha permitido al DoJ aceptar la propuesta. También ha jugado a favor de que el cuarto y nuevo operador propuesto, Dish, tuviera en su poder la adjudicación de valiosas porciones de espectro para crear una nueva red. Además, el propietario de Dish, Charlie Ergen, es un multimillonario que hizo su fortuna como jugador profesional de poker y blackjack y le gustan los planes de negocios con alto riesgo.
Dish pagará 1.400 millones por la cartera de clientes de Sprint, la mayoría de las tarjetas de prepago Boost, y 3.600 millones al cabo de tres años por las licencias de 800 MHz de Sprint, con las que podrá llegar a zonas rurales con redes 5G. Como Dish no tiene red móvil, porque su negocio es la difusión de señales de televisión por cable, T-Mobile le cederá el uso de su red móvil para que pueda ofrecer sus servicios móviles, con al menos 20.000 antenas.
Dish se compromete a tener una robusta y amplia red móvil dentro de tres años, aunque no tiene ninguna experiencia en el negocio, y el DoJ ha aclarado que si no cumple sus compromisos deberá hacer frente a una cuantiosa multa, de hasta 2.200 millones de dólares. Una cantidad que los detractores consideran una minucia, sobre todo para una persona como Ergen con su pasado como jugador y que le gusta ser émulo de Indiana Jones. Ergen se ha gastado en el pasado 20.000 millones de dólares en comprar licencias de espectro que no ha utilizado pero que ahora juegan decisivamente en su favor.
Dish, sin experiencia en móvil, deberá tener una red amplia dentro de tres años o se expone a una multa de 2.200 millones