El desarrollo de las ciudades inteligentes requerirá la construcción de una importante infraestructura de tecnologías de la información y telecomunicaciones, donde los sensores IoT y las redes 4G y 5G jugarán un papel esencial, pero también será fundamental que exista una buena planificación, reglamentación y medios económicos y sociales adaptados a la realidad del territorio concreto para que se puedan resolver diversas necesidades de los ciudadanos, de las empresas y de las propias ciudades, según se puso de relieve el martes pasado en el debate organizado por Mobile World Capital Barcelona sobre “ciudades inteligentes 5G: la transformación que viene”.
Mobile Talks es una serie de encuentros que invita a la reflexión y el intercambio de conocimiento alrededor de los retos que plantea la transformación digital, con la participación de varios expertos y especialistas en el tema tratado. En esta ocasión, el debate se realizó en el Espacio Movistar de Barcelona y se centró en los beneficios que las redes 5G supondrán para los ciudadanos, empresas y ciudades gracias al desarrollo de las ciudades inteligentes, así como de los retos, oportunidades y riesgos que plantea su proliferación.
Pontus Westerberg, director de la oficina del programa ONU-Habitat en España, planteó la necesidad de que exista previamente una buena planificación de lo que se quiere conseguir, tanto a nivel de objetivos como de los recursos necesarios. La planificación debe ser global, con una visión amplia y no circunscrita a una necesidad concreta o territorio específico, apuntó el especialista. Dentro de treinta años, las ciudades tendrán un 50% más de población, con lo que es preciso estar preparados para tener ciudades más densas y que sean a la vez más habitables, con una infraestructura más eficiente y con una adecuada distribución de espacios públicos.
Federico Ruiz, director del Observatorio Nacional del 5G, señaló que es posible resolver muchos de los retos planteados con la tecnología y las infraestructuras actuales, si bien será necesario contar, en varios casos, con la rapidez de respuesta y la fiabilidad que permiten las redes 5G para lograr unos resultados óptimos. En cualquier caso, precisó, deberá existir una regulación y una organización social más flexible que pueda hacer frente y resolver las mayores necesidades de los ciudadanos.
Dentro de 30 años, las ciudades alojarán a un 50% más de población
La organización de las ciudades deberá reinventarse, al margen del mayor uso de la tecnología, para permitir una mayor libertad de actuación por parte de los ciudadanos y de las empresas y una mayor armonía social. Un tema recurrente del debate fue la preservación de la privacidad de los individuos frente a la innovación y al despliegue de nuevas tecnologías. Arnaud Grinard, investigador científico del MIT Media Lab – CityScience, destacó la importancia de tener datos agregados fiables de múltiples parámetros y variables, que resultan muy útiles para resolver problemas y no vulneran la privacidad.
Se puso como ejemplo la iluminación pública inteligente, que requiere saber si alguien o algún vehículo circulan por determinada calle para aumentar o reducir el nivel lumínico y ser más eficiente, pero tampoco es necesario saber quién es. En el caso del reconocimiento facial, se suele ver en las sociedades occidentales como una violación de la intimidad mientras que en China, por ejemplo, se da más importancia a la seguridad de los individuos que al control social. La privacidad frente a la seguridad, de cualquier modo, será un tema altamente conflictivo y cada sociedad y territorio habrá que adoptar una solución de consenso, se sugirió.
Juanjo Hierro, director de tecnología de la Fundación Fiware, se mostró partidario de la necesidad de crear plataformas de software abiertas e interoperables que permitan que distintos programas de ciudades inteligentes puedan utilizarse y entenderse entre sí y exportarse a otras ciudades con necesidades similares. El objetivo de la Fundación Fiware es precisamente crear un ecosistema abierto para facilite el desarrollo de nuevas aplicaciones en múltiples sectores. La colaboración entre ciudades es imprescindible, tanto para potenciar prácticas que funcionan muy bien como descartar otras que causan problemas, pero para ello debe haber interoperabilidad de programas e infraestructuras.
Hong Kong, Singapur, Utrecht, Amberes, Viena, Santander y Valencia, ejemplos destacados de ciudades inteligentes con infraestructuras potentes
Un ejemplo exitoso de ciudad inteligente es Medellín, destacó Cristina Garrido, directora de innovación y estrategia en Anteverti, porque ha conseguido crear infraestructuras con un fuerte beneficio social, como la instalación de un teleférico que conecta el centro de la ciudad con barrios elevados más pobres, la creación de bibliotecas y parques y plazas públicas o redes de telecomunicaciones más accesibles para las clases más desfavorecidas.
Ejemplos de ciudades inteligentes con una infraestructura tecnológica muy potente son Hong Kong o Singapur pero también existen iniciativas muy destacables en Europa como Utrecht, Amberes o Viena y, en el caso de España, Santander y Valencia, precisó Juanjo Hierro. Pontus Westerberg puso a Barcelona como ejemplo relevante.
Federico Ruiz considera que se puede conseguir una mejora sustancial en el funcionamiento de las ciudades con la utilización de sensores IoT, que permitan generar datos masivos de múltiples circunstancias y que después, una vez procesados, produzcan información relevante tanto para las autoridades como para los ciudadanos y que sea accesible a través de determinados medios de información.
En cualquier caso, resaltó Pontus Westerberg, las ciudades inteligentes deberían funcionar como un conjunto de bloques autónomos pero que a la vez se puedan acoplar, y puso como analogía el programa Minecraft. Lo que está claro, como pone de relieve el reciente informe del Observatorio Nacional 5G titulado “Ciudades 5G: un futuro inteligente”, es que una smart city no se crea en un día.
Es imprescindible contar con una adecuada infraestructura de comunicaciones de altas prestaciones y aprovecharla intensamente pero también tener los medios educativos, sociales y económicos para llevarla a cabo de modo que beneficie a toda la sociedad.